Brandon tenía fuera de Londres lo equivalente a dos años y siete meses, tiempo en el que su casa de soltero se mantuvo únicamente activa debido al poco personal que le daba mantenimiento y residía ahí de manera permenante.
Su estudio estaba libre de polvo pero las señales de abandono eran evidentes. La silla crujió al sentir su peso después de tanto tiempo en desuso, las cartas que guardaba dentro de los cajones tenía pequeñas marcas debido a la humedad, incluso las que tenía dentro de un especie de cofre de madera. Esas eran especiales, se trataba de correspondencia que había mantenido con Monett antes de patir de Inglaterra, nunca quiso deshacerse de ellas ni a sabiendas que todo terminaría mal, se entretenía leyendo los planes y las promesas que quedaron plasmados en tinta y papel solo como un recuerdo de lo que pudo ser y al mismo tiempo se odiaba por torturarase con la evidencia de lo ruin que fue permitiendo a la dama hacerse ilusiones para luego defraudarla.
Guardo las cartas tal y como estaban y dió vueltas por su estudio acariciando todos los ejemplares de enciclopedias en los estantes de madera con cierta nostalgia, el lugar de repente ya no se sentía tan propio, es como si hubiese cambiado ¿O quizá era él que ya miraba las cosas de forma distinta? La primera semana se sorprendió extrañando el sol de Carolina del Norte y su casa con practicamente la mitad del personal del que contaba en Londres, era lo más cercano a la austeridad que conocía, su tiempo en America fue abrir los ojos a una realidad que muchos arcaicos aristócratas pretendían negar, prefiriendo apartar la mirada y sumirse en las deudas, su padre era el vivo ejemplo de eso.
-Tiene visita Milord- informó el mayordomo irrumpiendo en su estudio después de haber tocado la puerta, con su seriedad impoluta.
-¿De quién se trata?- quiso saber extrañado, no recordaba tener una cita pendiente, su abogado y contador recién se habían marchado, prometiendo tener el balance de los fondos y las deudas aún sin saldar para el día siguiente.
-Es una dama que insistió en mantener su identidad en secreto, yo no iba a pasarla al salón de visitas pero estaba llorando y estoy segura es una dama de sociedad a pesar no estar en... condiciones- dudo por un momento evidentemente incomodo -No parece una malhechora e insistió en ser su amiga desde hace mucho tiempo- concluyó disculpandose tacitamente, si bien sabía que Lord Burford no era un patrón severo, prefería no tentar la suerte y perder el trabajo que era el único sustento de su familia.
Brandon bajo más guiado por la curiosidad que otra cosa, dudaba seriamente que se tratase de una dama soltera, a menos que fuera una lo suficientemente intrépida para estar dispuesta a que su reputación se arruinara si alguien la miraba entrar a la casa de un hombre soltero sin más compañia que la propia determinación.
¿Sería posible que Monett...?
-Buenos días, Milady- saludó ocultando la sorpresa que le causaba ver a la dama en su sala de recibo y la decepción de no ser la precisamente la persona que esperaba. Reconocía perfectamente a quien tenía enfrente, había convivido con la señorita Johana Pears lo suficiente los últimos años, como para llegar a conocer a fondo a la persona detras de esa actitud de niña mimada.
-Perdón por presentarme de esta forma Milord- respondió la rubia sorbiendo por la nariz e intentando limpiar las lagrimas de sus ojos color aguamarina que parecían posos desbordados.
-¿Sucedió algo grave?- preguntó tomando asiento a una distancia prudente, siempre y ante todo debía mantener el decoro, sus negocios con Philip Pears y su hijo Blake Pears consistían en su soporte económico hasta el momento, no podía darse el lujo de echar a perder esa relación por un malentendido.
-Verá, me encontraba en Hyde park en compañía de mi doncella y unas Ladys que hablaban entre ellas, al verme alimentar los patos comenzaron a reírse de mi sin razón alguna. Una de ellas fingió perder el equilibro y me hizo caer al estanque, justamente Lord Carrick iba pasando y me ayudo a salir del agua, pero la situación fue tan vergonzosa- narró la rubia entre hipidos, mientras iba soltando una que otra lagrima, para ella ser catalogada como incivilizada y vista por debajo del hombro era una antitesis a su vida en Carolina del Norte.
ESTÁS LEYENDO
Silenciosa Promersa (club anti-libertinos)
Historical FictionMonett no es la típica beldad inglesa que se pasea por los salones esperando que un perfecto caballero quede prendado de su belleza y pida su mano en matrimonio. Para empezar la castaña es mitad francesa, para continuar está tan resentida con el amo...