Capitulo 9

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Brandon no esperaba que la dichosa mascarada resultara en un evento por todo lo alto, ciertamente se sentía agotado en todos los niveles por lo que su presencia en ese lugar no era por su propia voluntad. El episodio de la tarde había concluido con la llegada del doctor de la familia y su madre bastante contrariada con la situación. No recordaba que hubiera gansos salvajes en el jardín de su familia pero sabía que cuando Aurora, su hermana menor, estaba de regreso del internado de señoritas disfrutaba de alimentar a los animalitos y de repente encontraban gatos callejeros buscando comida o algún pájaro herido que estuviera cuidando. No le parecía absurdo que alguno se hubiera quedado haciendo

Rescataba que la duquesa hubiese aceptado ser la madrina social de las Pears, pero su única condición fue su presencia en los eventos a los que ellas asistieran. Aveces no podía comprender lo que pasaba por la mente de la duquesa y le molestaba que aún cuando no vivía bajo su techo quisiera de alguna forma ejercer control sobre su vida y odiaba que pensara que el mayor de sus problemas era encontrarle pareja a él y a Elizabeth cuando no podía estar más lejos de la realidad.

Con la ilusión de encontrar a Monett y pasar un rato ameno se encontraba caminando entre contorsionista y personas enmascaradas sin ver a la mujer que era capaz de cambiar su humor aunque eso significaba recibir posiblemente su rechazo o palabras groseras.

La vio entre la multitud con una mascara morada y vestido a juego entrar por un camino empedrado sin tanta iluminación. Preso por la curiosidad y preocupación no dudo en seguirla hasta verla entrar a un templete que cubierto de enredaderas le proporcionaba un escondite seguro desde donde podía observar lo que sucedia dentro. Solamente ella era capaz de reducirlo a una cotilla de lo peor, aunque ciertamente hubiese deseado no hacerlo pues al escuchar las palabras de Lord Carrick y la falta de reacción de la dama, sintió que su mundo se venía abajo, casi salta de su escondite dejándose al descubierto para lanzarse sobre el Conde, pero se contuvo con el poco autocontrol que le quedaba.

Eso era lo que merecía por haberse marchado de esa forma, sin ser honesto y dar la cara por sus errores. El destino le hacía pagar de forma bastante elevada su falta de tacto, si ella hubiese estado casada a su regreso, no tendría falsas esperanzas, ni estaria siguiendola como un pervertido. Pero ahí estaba escondido entre las sombras viendo como otro hombre se la arrebataba y él no podía hacer nada mas que sufrir las consecuencias de sus decisiones. Observó como se acercaba a ella y besaba su mejilla con delicadeza. 

Eso no podía ser, eso no podía estar pasandole, no podía permitirlo.

Salió de su escondite, quería escuchar de sus labios que no pensaba aceptar a ese hombre, que él era el único en su vida, nunca se habia sentio tan desesperdo antes, el aire no le llegaba bien a los pulmones, sentia nauseas y el miedo le corría por las venas hasta sentir la palma de sus manos como témpanos de hielo. Al verlo Monett abrió los ojos detrás de la máscara y quizo iniciar su precipitada huida pero él le cerró el paso, impidiendole salir.

–Porfavor Monett dime que no estas pensando aceptar a ese hombre– le dijo suplicante, con el corazón latiendo fuerte en sus sienes.

–Ese no es asunto suyo, con permiso.

–Porfavor no seas irracional, no lo amas y él tampoco te ama. Esa no fue una propuesta como corresponde. Porfavor no puedes aceptarlo.

–Usted no puede decirme que debo hacer y como debo hacerlo, además ¿Porque me espia Milord? ¿Qué pretende?

–Porque me importa, usted me importa mucho. Estos años de ausencia no fueron porque así lo hubiera deseado, las deudas...

–¡No quiero escucharlo!– lo cortó ella ofuscada dando media vuelta para no verlo.

–La amo– dijo sintiendo las liberadoas palabras fluir con naturalidad.

–Su definición de amor esta muy alejada de la mía. No sabe el daño que causó, las noches que pase preguntándome porque se había marchado, no recibí una carta, una explicación, una disculpa. Me convirtió en la burla de muchos, y su regreso solo empeora las cosas. Lord Carrick es un caballero perfectamente aceptable que al menos me ha hecho una propuesta.

–Lo siento profundamente y sé que jamás podré reparar el daño que le he causado, no sabe cuanto me pesa lo sucedido. Pero nos pertenecemos usted lo sabe...

–¿Qué me está proponiendo exactamente?¿Ser su querida acaso? ¿Vivir el resto de mi viendonos a escondidas? Si eso era todo permitame retirarme.

–¿Me aceptaría cualquier tipo de propuesta?– preguntó con la esperanza naciendo en su pecho.

–Sería ir en contra de todo lo que considero racional, por ende debo decir que no.

La vio marcharse moviendo sus caderas de esa forma tan particular suya, dandose cuenta que realmente la había perdido. Reconocía que sus acciones no fueron correctas y que merecía cada uno de sus desplantes, eso no hacía que el dolor fuera más soportable.

Se marchó  de la mascarada sin preocuparse por despedirse de su madre, hermana o los Pears, que no creía que notarán su ausencia de todas maneras. Le hubiese gustado hablar con alguien pero todos sus amigos estaban confinados en casa de los Duques. Solo y abatido abrió una botella de coñac y se sirvió la primera copa que tomó de un solo golpe. Su garganta le recriminó la acción pero solo pudo servir otra copa y esperar que el licor calmara sus pesares. Quería olvidar, quería no sentir, quería volver el tiempo atrás.

Dos años y siete meses de reflexión no lo prepararon para ese momento. Se preparó para la resignación, pero no para eso. Mientras existiera la esperanza, sería imposible para él no querer hacerla su esposa, tenerla a su lado por muy imposible que le pareciera. Y ya no era question de su inminente ruina y la de su familia, era más bien la animosidad de Monett para con él y todas las circunstancias que los rodeaban. Copa tras copa iba perdiendo cada vez más el hilo de sus pensamientos racionales hasta que ya bastante borracho tomo la determinación de aparecer en casa del Conde de Bristol para decirle todo lo que guardaba su pecho y aunque fuera un completo disparate y quizá ya muy tarde sentía la imperiosa necesidad de decirlo, de ver su cara cuando supiera que nunca quiso lastimarla y que sus acciones carecían de egoísmo al marchase. Aceptó el papel de villano esperando protegerla de alguna manera.

Sin preocuparse por llevar una capa o algo que lo protegiera del frío de la madrugada tomó una botella de vino con cada mano y se aventuro por las oscuras calles. La Casa de los Harvey no estaba demasiado lejos, sabía que le tomaría menos de veinte minutos de camino pues no era la primera vez que la buscaba en medio de la noche. Cuando llegó  bastante agitado por haber prácticamente corrido hasta ahí, se escabullo por la puerta del servicio que ya dormía plácidamente. No escuchó ruidos en la casa, lo que en su cabeza con más alcohol de lo normal solo podía significar que ya todos dormían. Se quitó los zapatos para llegar al segundo piso y algo tambaleante comenzó a abrir las habitaciones una a una esperando no toparse con el Conde o Adrien Harvey que aveces se quedaba en casa de su padre.

Ninguna de las habitaciones estaba ocupaba pero no necesito más que ver la muebleria blanca y el dorsel de la cama con cortinas color lila, para saber que era la habitación de ella. Cayó en cuenta que posiblemente no hubiera regresado aún de la mascarada y se sintió estúpido. La agitación y el nerviosismo al entrar en una casa ajena habían servido para disminuir su embriaguez, pero eso no iba a cambiar su determinación menos sintiendo el perfume con tintes citricos que ella siempre usaba inundando la habitación. Esperaria ahí el tiempo que fuera necesario. Mientras se pondría cómodo y disfrutaría del vino que había traído para la ocasión.

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Gracias por su apoyo en cada uno de mis proyectos. Sin ustedes nada de esto tendría sentido.

Un abrazo.

Silenciosa Promersa (club anti-libertinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora