Prólogo

185 31 20
                                    

Todo estaba oscuro cuando de repente una pequeña luz fue abriéndose paso entre las sombras. Se escuchaba un leve ruido blanco, como una televisión que no sintonizaba ningún canal. Aquel sonido se fue haciendo más fuerte al tiempo que la estancia se iluminaba con más fuerza. Justo enfrente había cientos de televisores bastante antiguos, que mostraban la vida de distintas personas. Uno de ellos, justo en ese momento comenzó a mostrar una película llena de ruido e interferencias. En aquel vídeo se podía distinguir perfectamente una pareja, aunque no se podían ver sus rostros. Y fue así como se podía asistir a todos los eventos que había vivido aquella pareja.

A pesar de que la imagen era algo borrosa, se pudo percibir la magia que se creó entre ellos la primera vez que sus miradas se cruzaron, y como entre ellos fue surgiendo una chispa que muchos conocen como amor. Por toda la habitación se escuchaban sus carcajadas, que se mezclaban con los sonidos de otras películas. Y entre todas esas risas se vio su primera cita. Pronto tuvieron que separarse, ya que vivían en distintos lugares. Pero eso no le importo a nuestra pareja, que viajaba siempre que podían para estar juntos y que su risa volviera a resonar por toda la estancia.

Por fin pudieron viajar juntos pero esta vez a descubrir el mundo, era lo único que querían. Si hubieran podido lo hubieran dejado todo para dar la vuelta al mundo. Pero finalmente lo dejaron todo para meterse entre cuatro paredes en la misma ciudad, sin tener que estar viajando ni una vez más para llegar al momento más ansiado de la semana: poder volver a verse. Entonces, en la imagen apareció una mujer vestida de blanco que salía de la iglesia con una radiante sonrisa entre los labios, sabiendo que ya lo tenía todo.

No mucho después, su tripa comenzaba a crecer. En cada imagen estaba más grande, y ambos estaban cada vez más felices. Parecía que era todo lo que deseaban en la vida. Aunque no todo fue felicidad. La chica se llevó la mano a la cabeza y antes de que él pudiera cogerla cayó al suelo. Las siguientes imágenes eran el hospital. Ella ya no podía levantarse de la cama, estaba cada vez más débil, y además habían perdido al bebé.

Él nunca se separó de ella, ni dejó de hacerla reír. Pero al final las risas se extinguieron como se extinguió la vida de ella mientras él le sostenía la mano. Él ya no sabía cómo vivir la vida sin ella, así que se sumió en el silencio y en la soledad. La imagen se fue perdiendo entre el ruido gris. La habitación se fue oscureciendo mientras el sonido de las televisiones iba sonando cada vez más leve y lejano. 

INTO THE ABYSSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora