Capítulo 6

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Volvemos a recorrer los laberínticos pasillos del hospital como ayer. Creo que ya me sé el camino hasta la sala de tortura, es decir, el gimnasio. Esperamos unos segundos en la puerta hasta que Nadia sale a avisarnos de que ya podemos pasar. A pesar de que ya sé lo que me van a hacer, hoy tengo más miedo que ayer, estoy más nerviosa. Porque hoy van a utilizar conmigo sus métodos más innovadores y no sé qué esperar con eso.

—Siéntate —me dice secamente.

La obedezco, me siento en la camilla. Pronto se aproxima a mí con la jeringa en la mano y la goma en la otra. Igual que ayer. En cierto modo esto me va a ayudar. Supongo que cuando acabe este proceso ya no me darán miedo las agujas y no me marearé con tan solo entrar a un hospital. Además, lo de ayer fue como una especie de entrenamiento para mi poder. O mi defecto como lo llaman ellos. Me envuelve el brazo con la goma y aprieta, busca la vena adecuada, pincha y extrae. Aguanto la respiración cerrando con fuerza los ojos.

—Vaya es todo un logro, defectuosa —dice Ce.

Lo miro entrecerrando los ojos mientras Nadia me fulmina con la mirada. ¿Pero qué he hecho ahora? Guarda mi sangre en algún lugar, después vuelve con nosotros.

—Bueno, hemos evolucionado en cuanto a nuestras técnicas durante este año y dado que el electroencefalograma no nos reveló nada de provecho vamos a utilizar una de ellas.

Lamento que todo mi sufrimiento fuera en vano. Ce frunce el ceño y asiente indicándole que siga hablando, pero yo no quiero que siga. No quiero que me utilicen como muñeca de pruebas ni nada eso. Ya noto las mismas sensaciones de ayer cuando me introdujeron la hormona antidiurética.

—Nos introduciremos en su cuerpo para ver lo que pasa por ahí dentro —sentencia mientras alarga la mano hacia una máquina metálica y alargada.

Me quedo estupefacta. ¿Cómo van a hacer eso? ¡Es imposible! ¡Y aunque lo fuese me niego a ello!

—¿Qué? ¡Me niego! —digo levantándome de la camilla.

Ce viene hasta mí antes de que salga corriendo y pone sus manos en mis hombros, me mira con expresión seria y me sienta de nuevo en la camilla.

—Tú vas a hacer lo que yo te diga, defectuosa —paladea la última palabra, la disfruta.

Odio esa palabra. Odio que me digan lo que tengo que hacer. Odio este lugar. Odio a Nadia. Y odio a Ce. No sé por qué confié en él. Supongo que estaba asustada. No podía imaginarme que me iba a usar como rata de laboratorio. Las lágrimas se agolpan en mis ojos, quieren salir. Pero yo no se lo permito. La rubia me pone una parte de la máquina que es como un casco, en la cabeza. Después se introduce en la parte alargada y cierra una puerta después de decir:

—Me voy a empequeñecer, me introduciré en la nave que hay en este tubo —señala el tubo que conecta mi casco al resto del aparato—, después tú, Ce.

Él asiente mirándome. Me advierte que ni se me ocurra moverme con esa expresión. Antes me parecía que era bueno, que me quería ayudar. Me inspiraba un poco de confianza en medio del caos. Ahora creo que lo único que le interesa es saber cómo funciono. Y todo esto de introducirse en mí, me parece tan surrealista que... Un haz de luz sale del tubo en el que se ha introducido Nadia. Ce abre la puerta y ya no está, así que se mete y cierra la puerta. Ocurre lo mismo.

Un poco después noto que un zumbido se acerca más y más a mí, finalmente el casco comienza a emitir luces y sonidos extraños. Supongo que es la señal de que ya están dentro, explorándome. Quisiera saber qué es lo que descubrirán. Me siento desnuda ante dos desconocidos que indagan en mi interior meticulosamente. Al final esto es peor que estar físicamente desnuda. No quiero que vean mis pensamientos o mis miedos más profundos. A pesar de todo estoy tranquila y mi respiración es normal. Nada de miedo, esto es buena señal. Al menos esto no es doloroso. De momento. Reparo en que enfrente de mí, justo encima de la puerta hay un reloj.

INTO THE ABYSSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora