Capítulo 23

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Azul me ayuda a llegar a la enfermería. Hay muchos ineluctables heridos aquí. Pero no es posible, somos ineluctables, somos indestructibles, ¿por qué fallamos? Azul se abre paso entre todos, a empujones, sin importar quién ni cómo se interponga en su camino. Encontramos a la mujer rubia que me curó el primer día, está ocupada, vagando de un lado para otro, intentando ayudar a todos los heridos.

—Kayler —dice Azul con voz grave.

Nos mira, se acerca hasta nosotros. Acabo de descubrir su nombre. Tampoco me había interesado antes por saberlo.

—Ahora os atiendo —dice apresuradamente.

Desaparece entre la multitud oscura, mientras noto que me pinchan las costillas. Azul intenta guiarme hacia una camilla, pero están todas ocupadas. Kayler vuelve a pasar por nuestro lado, sin hacerme ningún caso.

—Kayler —vuelve a llamarla Azul con su voz dura.

Ella hace un gesto con la mano sacudiendo la cabeza. Tiene mucho trabajo, tal vez podría curarme Azul. Si eso ocurre, espero que sea más delicado que Ce. Cuando pienso en él, el mismo pinchazo que noto en mi herida, mi atraviesa el corazón. ¿Pero por qué? Se ha comportado como un imbécil conmigo.

—¡Un momento! —responde.

Azul resopla, levantando mi camiseta ensangrentada, retira la suya, que aún está en vuelta entorno a mi abdomen, ahora siento que el dolor me golpea con más fuerza, cierro los ojos para reprimir las lágrimas y no ver la herida, ya que si lo hago vomitaré. Tengo que ser fuerte.

—Kayler... —dice cada vez más impaciente.

Yo también empiezo a impacientarme, quiero que me curen, dejar de sentir este horrible dolor. No sé cómo he llegado hasta aquí. Me desangraré si no me atiende. Pero no necesariamente tiene que ser ella.

—¡Kayler! —brama finalmente Azul—. ¡Está herida!

Abro los ojos asustada por el grito de Azul, él intenta tranquilizarme con la mirada, me rodea el cuello con las manos, apoya su frente en la mía, cierra los ojos y suspira. El aire cálido que expulsa me da en la cara y me produce un cosquilleo ardiente que me hace olvidar por un momento el dolor.

—Vale, Azul, tranquilízate. Hay más heridos —dice cuando llega a nuestro lado y se agacha para observar mi herida más de cerca.

Azul se separa unos centímetros de mí y vuelve a resoplar.

—Pero es que ella es más importante —contesta cortante.

Sus palabras me hielan la sangre. Soy ineluctable de nivel diez, pero eso no hace que sea más importante que los demás. Soy una más. No entiendo su comportamiento, debería esperar, como los demás. Kayler nos guía a través de la multitud hasta un lugar donde sentarnos, donde pueda extraer la bala y curar mi herida.

—Todos somos igual de importantes aquí, Azul, no lo olvides —responde—. Vale, esto va a dolerte.

Asiento buscando la mano del enfadado Azul que mira distraído a otro lado. Cuando la encuentro la aprieto con fuerza, me mira y los dos encontramos fuerzas para sonreír. Estiro de él hacia mí, sin vacilar, aunque tal vez no deba hacer esto y haya entendido mal todo lo que ha pasado. Paseo mis manos por su abdomen, hasta llegar a su cuello y rodearlo. Apoyo la frente en su pecho y él sus labios sobre mi pelo. Noto como algo frío se introduce en mi cuerpo, hurgando en mis entrañas y aprieto los dientes para reprimir un grito, me concentro en las manos contra el cuello de Azul, que me rodea con un brazo.

—Eh, mírame —me dice.

Yo levanto la cabeza abriendo los ojos lentamente. Están llenos de lágrimas. No quiero que me vea llorar, le confirmará mi fragilidad. Antes de que pueda preguntarle qué es lo que quiere, sus labios sellan los míos, siento como el fuego vuelve a extenderse por mi cuerpo, olvidando el dolor, olvidando dónde estamos.

INTO THE ABYSSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora