Jamás él se ha mostrado tan comprensivo conmigo, me sorprende mucho. Seguramente ha entendido que necesito apoyo, sentirme segura y no gritos y regañinas. Me gusta esta parte suya, ojalá fuera así todo el tiempo, pero probablemente, en cuanto lleve a cabo mi misión de protección del Campamento de Adiestramiento, vuelva a ser igual de duro y exigente conmigo. Está detrás de mí, su respiración me da en la nuca impidiendo que pueda concentrarme. Apoya sus manos en mis hombros y las aprieta para infundirme ánimos, supongo.
—Vamos, puedes hacerlo —susurra en mi oído.
Me estremezco de nuevo. Sé que lo odio. Aún lo odio más cuando me hace esto y me hace sentir así. Esto debería estar prohibido. Cierro los ojos con fuerza, aprieto los dientes y los puños. Me concentro en mi misión intentando olvidar las manos de Azul sobre mis hombros y su respiración contra mi cuello. No puedo dejar que me intimide, ni que me desconcentre. Mi cometido consiste en envolver todo el campamento en una capa de protección, hacerlo invisible. No sé si lo conseguiré, pero tengo que intentarlo. Tengo que hacerlo. Porque tengo que ir a la siguiente misión y ayudar a acabar con el gobierno que quiere destruir mi mundo. Con el gobierno que ha matado a mi familia. Y a las familias de mis compañeros.
Vamos, Marina. Tú puedes. Tienes que hacerlo. Envuélvelo.
Imagino nuestro pequeño hogar desde el aire, visualizo como va desapareciendo bajo mis pies, cubriéndose con un manto de transparencia que nadie podrá quebrantar ni traspasar, con el que estaremos seguros.
Hazte realidad.
Noto como una fuerza inmensa, gigantesca emana de mi mente, de mis manos, de mi cuerpo, de mí, se propaga por todo cuanto se extiende a mi alrededor con un destello azulado, luego desaparece. Miro a Azul que me estruja de nuevo los hombros. Estoy asombrada.
—¿Lo he conseguido? —le pregunto incrédula con los ojos brillantes.
Él asiente y retira las manos de mi cuerpo, me parece atisbar en su rostro una pequeña sonrisa fugaz, pero no sé si de verdad era una sonrisa. Tampoco me importa. ¡Lo he conseguido! Dejo escapar un chillido ahogado de alegría y doy un salto alzando los brazos. Sonrío tanto que creo que se me va a desgarrar la cara. Lo he hecho. Azul me mira extrañado con la nariz arrugada y los brazos cruzados en el pecho. Ahora sí distingo una media sonrisa entre sus labios mientras sacude la cabeza.
—Anda vamos a entrenar que te hará falta —dice y eso significa que iré a esa próxima misión y no puedo evitar volver a saltar y dar algunos aplausos llena de alegría e ilusión—. No te emociones, yo no seré como Joss.
Últimamente estoy entrenando con Joss. La verdad es que no me ayuda mucho, porque se distrae mucho, está todo el rato rodando por el suelo. Pero tengo que entrenar con él, aunque después de lo ocurrido se me hace un poco incómodo, sobre todo cuando me mira de esa manera..., me gustaría cambiarle de un puñetazo esa cara de bobo cuando me mira. Pero no puedo. Se ha convertido en mi amigo en este poco tiempo que llevamos aquí y aunque no me guste eso, ni lo entienda, lo único que puedo hacer es actuar como si nada ocurriese.
En resumidas cuentas, tengo que cambiar de compañero de entrenamiento, pero no quiero que se sienta ofendido, así que me toca aguantarme y no mejorar, arriesgándome a las palizas que por la noche me da Azul. Aunque como he aprendido a protegerme ya no consigue hacerme tanto daño. Lo sigo hasta la zona de adiestramiento y me detengo en el centro del círculo rojo que hay dibujado en el suelo, justo en la cruz roja. Lo observo mientras da vueltas a mi alrededor mirándome de arriba abajo con su expresión de siempre; la seriedad, con el ceño fruncido. Me pone nerviosa. Cambio el peso de pie tragando saliva.
—¿Puedes parar? —le digo—. Pareces un buitre.
Él no me hace caso y sigue dando vueltas en círculo alrededor de mi cuerpo.
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INTO THE ABYSS
Science Fiction«El mundo está cambiando. Y solo yo puedo arreglarlo. Tengo una difícil misión a mi espalda. Y no solo yo, mis compañeros también. Será difícil, pero hemos de conseguirlo. No podemos permitir que suceda lo que está a punto de pasar. El mundo está ca...