El ruido de mis compañeros al despertarse hace que yo también salga de mi profundo sueño. Aún estoy cansada, pero tengo que prepararme. Presiento que queda poco para esa misteriosa misión y todavía tengo muchos cabos que atar.
—Hola —dice una voz que me sobresalta a mi lado.
Giro un poco la cabeza para ver quién es. Lucy. Sonrío un poco al reconocerla, es como un: Buenos días, Lucy, ¿qué te trae hoy por aquí?
—Ey —contesto—. ¿Lista para una dura sesión de entrenamiento con Rojo?
Ella sacude la cabeza, pone los ojos en blanco mientras yo me levanto de la cama y me dispongo a ponerme mis botas militares.
—¿Duras? ¿En serio? Antes eran peores..., el día que vayas a una misión sabrás que nunca han sido demasiado duros.
Trago saliva, estiro de los cordones con fuerza, creando así un potente nudo. Lucy no sabe que yo iré a la próxima misión. Aunque no he hablado con Penny después de decirle que viniese conmigo, creo que ella ha captado el mensaje de: No se lo digas a los demás o me degollarán y donarán mi cerebro a los estúpidos perspicaces para que experimenten con él. Pero tengo que contárselo.
—Ya..., de eso quería hablaros —respondo cuando me incorporo, desviando la mirada.
Ella me mira frunciendo el ceño, coge mi brazo con una de sus diminutas manos. Me obliga a mirarla a los ojos. Esto es demasiado incómodo. No sé cómo voy a explicarle todo esto.
—Os tengo que contar cosas, Lucy —logro articular con la máxima convicción posible.
Joss aparece por detrás de mi amiga con su impecable sonrisa. Y esta vez es mi salvación.
—¿Contarnos qué?
Frunce el ceño sin perder la sonrisa, yo le devuelvo el gesto y muevo las manos en señal de que ya les contaré más tarde.
—Luego, ahora..., hay demasiada gente y llegamos tarde —señalo el reloj para que mi excusa tome mejor forma.
Ambos resoplan al unísono y me rio. Al final consigo que ellos también se unan a mi carcajada y acabamos los tres haciendo tonterías en mitad del campamento mientras los demás nos observan con miradas extrañadas. Pero qué más me da a mí lo que piensen los demás.
—Estáis locos —dice Jess cuando nos encuentra por el camino; de la mano de Collin, como siempre.
Le saco la lengua, le guiño un ojo y luego sonrío.
—Debes saber que sin la locura de personas como nosotros no habría alegría en el mundo. ¿Te imaginas un lugar en el que todos fueran igual que tú? Sin duda, un mundo en blanco, negro y tal vez gris —contesto con un toque de dramatismo.
Siempre me ha gustado el teatro. Estaba entre una de las cosas que hacer antes de morir: ser actriz. Todos se ríen por mi comentario y me dan la razón. Me siento muy bien aquí, rodeada de personas que me aprecian a pesar de todas mis rarezas. Nunca había tenido amigos así. Hasta ahora. Llegamos hasta la zona de adiestramiento donde ya nos espera Rojo.
—Vamos, rápido ¡A correr! —grita histérica, dando palmadas fuertes para enfatizar sus palabras.
Nadie la cuestiona, así que dejamos atrás nuestras conversaciones mientras nuestros músculos se ponen en funcionamiento bajo los primeros rayos del sol. Noto como el sudor resbala por mi cuello perlando perla mi frente. Mi corazón se agita junto a mi respiración. Mis piernas se quejan cada vez más. Pero sé que no puedo parar. He comprendido que esto no es una tortura. Ahora el aire de las primeras horas del día entra por mis pulmones oxigenando mi sangre, purificándome. Ahora mis músculos sienten la fuerza de la que antes carecían. Ahora me siento bien. Disfruto de cada segundo trotando en los alrededores del Campamento de Adiestramiento y cuando quiero darme cuenta ya se ha acabado el momento. Suena el silbato y nos reunimos alrededor del círculo rojo de la zona de adiestramiento.
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INTO THE ABYSS
Ciencia Ficción«El mundo está cambiando. Y solo yo puedo arreglarlo. Tengo una difícil misión a mi espalda. Y no solo yo, mis compañeros también. Será difícil, pero hemos de conseguirlo. No podemos permitir que suceda lo que está a punto de pasar. El mundo está ca...