Capítulo 24

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Salgo del comedor detrás de él, aunque mi mente me chilla que tengo que ir con Ce, que tengo que hablar con él. Sospecho que nunca me ha contado la verdad. No nos alejamos mucho, nos quedamos en medio del campamento, me da la espalda. Parece que no quiere mirarme. Pero yo necesito que me mire, necesito que me diga qué es lo que está pasando. ¿Por qué siento que todo el mundo tiene secretos? Extiendo un brazo hacia su hombro, pero antes de que llegue se gira. Tiene los ojos brillantes, se muerde el labio inferior, que le tiembla y las mejillas rojas.

—¿Qué pasa, Azul? —digo asustada, acercándome vacilante a él.

Sacude la cabeza interponiendo su brazo entre nosotros. Me está poniendo nerviosa. Se me seca la garganta, se me cierra el estómago, se me para el corazón, se me para el tiempo, que se congela en sus ojos verdes empañados.

—Rojo ha muerto —dice con voz dura.

Me tapo la boca, abriendo mucho los ojos. Odiaba más a Rojo que a su hermano, deseé su muerte miles de veces, pero ahora que sé que es la única familia con vida de Azul, no siento alivio al recibir la noticia. Siento una profunda losa sobre mi espalda, sé que no tengo la culpa de que ella haya muerto, pero me siento mal por él. Vacilo un momento antes de abrazarlo, finalmente no lo hago. No sé qué hacer.

—L-lo siento, Azul..., no es posible..., Rojo es...

Él sacude la cabeza una y otra vez. Nunca lo había visto así. Es como un niño pequeño con miedo a la oscuridad, pero él tiene miedo de otras cosas. Venzo las barreras obligándome a abrazarlo. Él me ha ayudado en cada pérdida, siento que le debo lo mismo.

—Tengo que aceptarlo —responde sobre mi pelo; en un suspiro—. Pero eso no era todo lo que quería decirte.

Me da un vuelco el corazón. Hay más. Me separo un poco de él, para poder mirarlo a los ojos, aún vidriosos. Asiento y él hace lo mismo.

—Yo he sacado a Cyril de la celda, espero que no te importe, pero lo necesitamos.

Trago saliva, intentando digerir lo que me está diciendo. No puedo hacerlo. No puedo creerlo. Azul ha accedido a la petición de Ce. Pero tiene que haber algo más. Algo que no soy capaz de entender.

—¿Por qué? —pregunto.

Frunce el ceño extrañado, queriéndome dar a entender que ahí está todo. Pero lo cierto es que me faltan datos.

—¿Por qué? Ya sabes..., es soldado, conoce algunos planes y eso.

Sacudo la cabeza a los lados. No lo creo. No del todo.

—Azul... —digo esperando otra respuesta.

Lo miro firmemente a los ojos, intentando intimidarlo, aunque no creo que lo consiga. Pero quiero saberlo. Si quiero saberlo, lo sabré. Resopla rindiéndose sin oponer mucha resistencia.

—Está bien..., fui a verlo para que me contase si sabía como se van a llevar a cabo los planes del gobierno y bueno..., conseguí sacarle algo. Algo más grande que lo demás.

Abro mucho los ojos y la boca. Aprieto su brazo con fuerza. Necesito saberlo. Estoy decidida a arreglarlo. Tengo que hacerlo. Debo hacerlo. Esto no es solo por mí; es por todo los que han muerto en busca de un mundo mejor desde el inicio de los tiempos.

—¿Qué puede ser peor, Azul? —digo tragando saliva.

Azul espera unos segundos, mueve el brazo para que deje de apretarle, se separa de mí. Aún tiene los ojos brillantes.

—Una bomba —responde.

La noticia me parece hasta absurda. Una bomba no es lo bastante fuerte para destruir todo el mundo. Podremos desactivarla o evitar que se elabore.

INTO THE ABYSSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora