La trampa

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Azriel

El corazón de Azriel se detuvo por un instante, como si el aire mismo lo abandonara. Las palabras que escuchaba tras la puerta no solo eran importantes, sino peligrosas. Cada sílaba pronunciada estaba cargada de algo más, de aquello que no se decía pero estaba implícito en la tensión que llenaba la habitación. Sus sombras se agitaron a su alrededor, rebelándose contra su intento de contenerla, como si también sintiera la urgencia de proteger a Alina. Fue ese latido desesperado, esa traición silenciosa de sus sombras arremolinándose, lo que lo delató.

—Az, entra —dijo Rhys con calma, pero su tono no admitía discusión.

Azriel empujó la puerta y dio un paso adelante, esforzándose por mantener la compostura mientras su mirada barría la habitación. Todos estaban allí: Feyre, Cassian, Amren, Nesta, Mor... todos, excepto él. No era parte del plan, y esa exclusión era tan evidente como dolorosa. No confiaban en su juicio, y tal vez no debían de hacerlo.

Forzándose a aparentar tranquilidad, Azriel caminó hacia ellos, cada paso una lucha contra el deseo abrumador de girarse y correr hacia Alina para advertirle. Sabía que, a pesar de todo lo que había hecho, ella caería en una trampa. Sus sombras, inquietas, parecían compartir su deseo de escapar, de actuar, pero él las contuvo con un esfuerzo monumental.

—¿Te pasa algo? —preguntó Feyre con cautela, su voz era suave, pero sus ojos lo examinaban con detenimiento.

Azriel la miró, y por un instante recordó todo lo que Feyre había significado para él. Había sido su Alta Señora, su faro en la oscuridad, alguien por quien habría dado la vida sin dudarlo. Pero ahora, esos sentimientos se estaban desvaneciendo, reemplazados por una lealtad que se sentía distante, casi ajena. Sin decir una palabra, le tendió la carta.

Uno por uno, los presentes tomaron el papel y lo leyeron. Azriel los observó mientras sus expresiones pasaban de la tensión a un extraño alivio, al comprender que su comportamiento no se debía a la traición que temían, sino a las emociones que esa carta evocaban en él.

—¿Qué quieres que hagamos? —preguntó Rhys, su tono era amable, como antes de Alina, como antes de romper su hermandad.

Azriel lo miró, recordando las promesas que Rhys le había hecho hacía tantos años, promesas de venganza, de justicia por lo que su madrastra y sus hermanastros le habían hecho. Más de ochenta años habían pasado desde esas palabras, y durante todo ese tiempo, Azriel se había repetido a sí mismo que no había actuado porque Rhys era un líder sabio, porque no podía permitirse ser un tirano, porque necesitaba el poder militar de su padre. Pero ahora, todas esas justificaciones se desmoronaban, revelando una verdad que Azriel no quería aceptar.

—Haz lo que creas conveniente —respondió con frialdad.

—Esto es obra de Bryaxis e Isadora —dijo Amren de pronto, con una certeza que perforó la sala como una cuchilla.

Azriel intentó mantenerse firme, pero su cuerpo lo traicionó. Sus movimientos se volvieron tensos, y sus sombras temblaron visiblemente, como si compartieran su tormento interno. Todos los ojos se volvieron hacia él, y en ese momento, supo que no podría escapar de lo que estaba por venir.

Azriel sintió las miradas de todos sobre él, escudriñándolo como si pudieran leer los pensamientos que intentaba desesperadamente mantener ocultos. Sus sombras temblaban, delatando la tormenta interna que lo desgarraba. La traición que se sentía en su pecho no era solo contra Rhys y el círculo, sino contra sí mismo. Porque, a pesar de todo, sabía que elegiría a Alina.

—Azriel, ¿hay algo que quieras decir? —preguntó Nesta, su tono más cauteloso de lo habitual, como si intuyera el conflicto que lo consumía.

Azriel negó con la cabeza, su mandíbula apretada para evitar que las palabras traicionaran lo que realmente sentía. Pero las sombras seguían inquietas, su magia respondía a algo más profundo, algo que ni siquiera él podía controlar completamente. Quizas aun existia algo del vinculo entre compañeros, quizas Alina no lo había eliminado por completo.

Una Corte de Sombra y EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora