Esa noche van a salir de la casa, lo ha decidido cuando ha salido de la residencia, ha decidido que está cansada de estar casi todo el tiempo encerrada en esa habitación así que esa noche va a hacer que Traian salga. Además salir le da la oportunidad de abordar un tema que dentro de esas cuatro paredes no le apetece abordar. Llama a la puerta y entra casi sin esperar la respuesta, camina hacia Traian y se cuelga de su cuello.
—Vamos fuera.
—¿Entras sin más, no saludas y ordenas? Muy mal va ir tu noche, pequeñaja —responde Traian amenazador. No la toca, pero tampoco hace que lo suelte, sólo la mata con la mirada.
—Hola, mi majestad, ¿ha pasado un buen día desde que me marché? ¿Ha descansado? ¿Podemos salir hoy fuera, por favor? —dice ella mirándolo con una gran sonrisa y ojitos de cordero degollado.
—Eso está mejor —la felicita y besa su sonrisa con demanda—. ¿A dónde propones ir? —le pregunta sin responder ninguna de las de ella.
—Lejos, al lago, o a un acantilado, donde no haya luces —contesta.
Traian se lo piensa, mira por la ventana, lo cierto es que hace una noche perfecta de primavera, fresca, pero no es algo que a él le importe, el cielo está despejado y no hay viento. En la mente de Alina ve el lago al que ella suele ir, pero para el acantilado no hay en su mente uno en concreto, no hace viajes largos, y el mar para él está cerca, pero no para ella.
—Está bien. Dejaré que duerman esos soldaditos de plomo hoy —acepta al tiempo que se suelta del agarre de ella. Se calza, coge una chaqueta y sale del dormitorio—. Sígueme.
Ella lo hace, casi saltando porque haya sido tan sencillo convencerlo, la verdad es que desde hace un tiempo Traian está más que receptivo con ella, siempre la besa, deja que lo abrace, hablan largas horas aunque sea de nada en especial. Sabe que todo eso la está llevando por un camino al que no quiere ni poner nombre, pero le importa un bledo, es una vampira, tiene millones de años por delante casi con seguridad, así que le importa un bledo meterse en problemas, tendrá tiempo de solucionarlos más que de sobra.
—¿Ya tienes un plan? ¿Vamos a volar?
—Por supuesto, los transportes humanos son muy lentos —opina Traian. No es como si se hubiera puesto a conducir alguno de los actuales, tampoco los ha visto circular mucho, pero cree que no lo son mucho. ¿Y para qué va a confiar en una de esas máquinas cuando puede valerse por sí mismo?
Llegan a las puertas de la casa, las abre y deja inconscientes a los guardias con el poder de su mente. Avanza un poco por el terreno en largos pasos y se detiene antes de meterse entre los frondosos árboles que rodean la casa.
Alina se acerca a él, lo abraza y lo atrae para besarlo.
—Sorpréndeme —lo reta con una sonrisa ladeada.
Traian sonríe, la sujeta por la cintura, mira al cielo y hace que ambos se eleven en línea recta hasta que el frío se hace más patente y pone rumbo hacia el mar. Los pueblos y ciudades levemente iluminados se ven diminutos bajo ellos. Media luna brilla con fuerza, ofreciendo luz a su camino que sus ojos más adaptados a la oscuridad que los de un humano aprovechan hasta el último resquicio. Una bandada de murciélagos pasa, pero más abajo, él ya sabe a qué altura volar para que nada interrumpa su camino, son demasiados siglos haciéndolo.
Media hora después han atravesado casi toda Rumanía, desde Cluj-Napoca a la costa en el Mar Negro. La gran ciudad de Constanza reluce a la derecha, y el mar destella bajo el resplandor de la Luna con sus incansables olas. Traian obvia la gran ciudad y continúa hasta la costa acantilada al frente hacia la que desciende. Cuando ambos ponen los pies en el suelo nota que Alina está muy agarrada a él.
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Vicio y Sangre
VampireEn un mundo de sangre y caos, el trabajo de Alina es el más sencillo, abastecer al rey vampiro caído de cada vicio que precise, no debe acercarse, no debe preguntar... El único objetivo de Traian es olvidar su pasado e ignorar el caos y la muerte qu...