En ese momento no puede pensar en otra cosa, las imágenes vienen y van cada vez con más recurrencia en su mente, a pesar de haber conseguido olvidar por un segundo estando con Traian, hablando y con varias dosis de sexo, todo ha vuelto cuando por fin se han quedado tumbados frente al fuego de la chimenea, ella acariciando su brazo con las yemas, recostada en su gran pecho, y en completo silencio. Alina cierra los ojos, consciente de que si sigue recordando y tan seria finalmente Traian leerá su mente y verá lo que ella ha visto, y son cosas que él no quiere saber, que no le interesan. Por ello, a pesar de que está algo cansada, se gira sobre sí misma, para quedar mejor sobre él, y empieza a dejar lánguidos besos por su pecho.
El Rey comienza a observarla con curiosidad, no es que no le guste lo que está haciendo, aunque le sigue costando dejarse hacer así, como cuando tenía gente a quien quería, que lo quería; sin embargo, esto no es normal en Alina. Puede hacerse muy cariñosa, pero no tanto, además los besos en su pecho tienen un patrón en círculo, evidencia de que está en otra parte, haciendo eso mecánicamente, y eso sí le molesta. Cuando va a darle un beso más, la detiene, alzando su cabeza al poner un dedo en su frente.
—¿Qué te pasa ahora?
Ella se sorprende un segundo, pero niega con la cabeza.
—Lo dices como si me pasara algo siempre —replica alzando una ceja—. ¿No quieres?
—No quiero un círculo de babas en mi pecho, no —contesta Traian—. Y cada dos por tres estás dándole vueltas a algo. Si estás aquí, debes estar del todo aquí.
—Eso ha sonado muy caprichoso hasta para ti, majestad —bromea un poco, aunque acaba suspirando sabiendo que dándole largas no va a servir de nada. Se vuelve a tumbar bien a su lado, con la cabeza apoyada en su pecho y coge su brazo de nuevo—. Dijiste que no querías saber nada de lo que ocurría.
—No es de especial interés, me hago una idea cada vez que salgo —corrobora sus palabras.
—Entonces no querrás saber qué me pasa —rebate.
Traian se lo piensa un poco, pero finalmente se pasa la mano libre por el pelo y se arriesga, esa chica ya le está desbaratando algunas cosas, ¿qué más da? Además guarda la esperanza de que siga sin importarle o que en realidad sean nimiedades.
—Para que esté molestando, prefiero que lo sueltes y me entretengas con ese cuento —responde, dándole permiso para hablar.
—Está bien, pero ha sido cosa tuya —le advierte no muy segura. Se toma unos segundos y respira hondo—. Ayer llegó una remesa de humanos que trajeron los cazadores. Sí, le llaman remesa como si fueran ganado. El caso es que con todos los altercados se ha vuelto muy complicado conseguir alimento y los humanos cada vez son más complicados, a nosotros no nos abren las puertas... El caso es que la última vez se debió decidir que ya que no podían coger humanos adultos... —se detiene un par de segundos cerrando los ojos—. Esta vez han traído niños, niños pequeños, no tendrían más de 12 años. Estaban asustados, magullados, llorando, con la ropa destrozada la mayoría. Verlos entrar ha sido horrible, pero entonces algunas de las vampiras más mayores han tenido una idea, ya que ellas no pueden concebir, ¿qué mejor que tener niños vampiros para siempre? —le cuenta con un escalofrío—. Han empezado a seleccionarlos, ver cuales servían y cuáles no y luego los han transformado, Traian... a niños, que van a vivir siempre con ese cuerpo de niños. —La visión ha sido tan horrible que no ha podido aguantarlo, ha tenido que encerrarse en su habitación, ha tenido que huír porque no era capaz de detenerlos y hacerles ver esa barbarie.
Traian no puede decir que sea algo nuevo, pero no es algo que él hubiera permitido hacer en masa. Él sabía desde el instante en que lo derrocaron que reinaría el caos, al fin y al cabo eso era lo que querían, anarquía, pero nunca pensó que llegaría a tanto.
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Vicio y Sangre
VampirEn un mundo de sangre y caos, el trabajo de Alina es el más sencillo, abastecer al rey vampiro caído de cada vicio que precise, no debe acercarse, no debe preguntar... El único objetivo de Traian es olvidar su pasado e ignorar el caos y la muerte qu...