22. Labios

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Acaba de regresar a la base humana, a quien le preguntara le diría que de tomar aire, pues la realidad es que si alguien hace una pregunta tan obvia es porque no quiere saber, quiere que le des una excusa para no pensar que has estado dejando seco a otro humano menos afortunado. Sin embargo, esa noche no hay preguntas, está todo bastante alborotado por la reunión internacional que van a tener en menos de una hora. Traian manda a Alina y a Viorel a la habitación, el chico ha tenido que mudarse también ante la posibilidad de que alguien descubra toda la información sensible que tiene en su cabeza y en su ordenador. A su paso hay niños que aún se le quedan mirando con la boca abierta hasta que sus madres o hermanos los alejan, su breve batalla con la milicia vampira no ha pasado inadvertida para los humanos, algunos grabaron los hechos desde sus casas, lo que ha hecho que el plan de reunir vampiros escondidos vaya más rápido que soltando su historia en la red.

Se dirige con seguridad a la sala de comunicaciones y esboza una sonrisa cuando encuentra a Jöel esperándolo a unos metros de su destino.

—Buenas noches, Jöel —lo saluda, al fin el humano se ha cansado de que lo llame por el nombre completo—. ¿Listo para dar un gran paso en esta revolución? —pregunta cuando va a pasar por su lado, pero el moreno lo sorprende interponiéndose en su camino.

—Aún queda una cosa antes de que demos ese paso —contesta el moreno que tiene el ceño fruncido—. Sé que has estado evitando la conversación, pero si voy a involucrar a mi gente en algo tan grande necesito saber a ciencia cierta con quién estoy tratando, Traian, espero que comprendas que no voy a ir hacia un precipicio sin frenos.

El vampiro ha estado esquivando literalmente tener con él esa conversación que dijeron que tendrían el día en que él y Alina llegaron a la base, pero el momento de tenerla ha llegado, ya se ha cansado de esperar.

Traian lo mira fijamente, sin necesidad de inspeccionar su mente sabe que no puede evadir más sus preguntas, que el humano es firme y capaz de cancelar esa reunión con tantas personas de todas partes por ese detalle.

—De acuerdo. En un lugar más privado —concede.

Jöel asiente y le hace una seña para que lo siga hasta una habitación de reuniones más pequeña, cercana a la que van a ocupar dentro de un poco. No se sienta, lo mira con los brazos cruzados, expectante.

—¿Y bien? He leído tu historia, me la creo, todo cuadra, pero faltan datos, datos que necesito saber. Sobre todo la razón por la que muchos vampiros van a seguirte a ciegas.

El vampiro en cambio, se apoya en la mesa en el centro de la habitación.

—La razón es sencilla. Reiné durante mil quinientos años en paz, y antes ya había vivido otros dos milenios, conozco bien cómo funciona el mundo, Jöel, da igual que aparezca nueva tecnología, los conflictos humanos siempre se reducen a lo mismo, las guerras tienen los mismos patrones, existen los mismos tipos de personalidades —contesta con tranquilidad.

—La pregunta es ¿qué fue lo que hizo que tú reinaras durante tanto tiempo? —le dice directamente, sin medias tintas. No duda sobre su buen hacer como rey, lo cual parece haber conseguido que adeptos suyos salgan como setas al saber de su presencia en una rebelión, pero hay cosas que no sabe y quiere comprender.

—No es tan complicado reinar. Los gobiernos humanos son más inestables, pues cada uno que asciende al poder tiene que aprender, e incluso siendo de padres a hijos, cada uno tiene ideas diferentes, por lo tanto en cada reinado se granjean nuevos enemigos y nuevos aliados. En mi caso, sabiendo dónde suelen estar los pequeños grupos de descontentos, suele ser fácil controlarlos y saber cómo mantener a tus aliados, incluso si están a medio mundo de distancia, en tantos años te da tiempo a conocerlos bien —le explica con paciencia magistral.

Vicio y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora