23. Amor

7 0 0
                                    

—¿Por qué hacéis las reuniones tan temprano? Apenas ha anochecido —protesta Alina sobre el pecho de Traian, sobre el que está acurrucada. Desde que están en la base humana él despierta antes que en el caserón, lo que en consecuencia hace que ella también lo haga antes inevitablemente con sus caricias calientes y sus besos. Al parecer está tomando menos pastillas para dormir, pero ella no puede quejarse por eso, de lo que se queja es de que ese día tenga que levantarse de la cama antes.

—Para los humanos es tarde, y hay aliados que estarán hablando de día, es una hora conveniente. Lo que ocurre es que eres una pequeñaja remolona —la acusa al tiempo que le aprieta una nalga.

—Ah... no es cierto —protesta haciendo un mohín—. Lo que pasa es que estoy muy bien contigo ahora mismo y no quiero que te vayas.

—¿Sólo ahora? —pregunta elevando una ceja.

Alina ríe y niega con la cabeza ante la pregunta, es tan ridícula que hasta Traian lo sabe.

—Ahora estoy genial, pero pasa muy a menudo contigo —contesta levantando la cabeza para dar besos por su barbilla.

—A menudo... sólo —murmura fingiendo molestia. Hace que giren para colocarse encima de ella, entre sus piernas con una sonrisa amplia por la exclamación de sorpresa que ella suelta seguido de una risa, él la besa con deseo, la estrecha con un brazo, ondula contra ella excitándola, pero al final la suelta y se levanta—. Eso lo puedes sumar a tu "a menudo".

Ella suelta un sonido de protesta y se sienta en la cama para observar como se viste tan despacio. Es tan molesto ver como poco a poco esa piel que para ella siempre es cálida va desapareciendo bajo las prendas de ropa que desea por un segundo poder prenderles fuego como hace Traian. Se muerde el labio inferior pensando que si no dice algo él se irá así, sin darle otro beso, sólo con esa sonrisa malvada, y no quiere, quiere que la bese, que la haga olvidarse de todo, quiere entregarse a él un poco más. Cuando lo ve avanzar hacia la puerta se levanta y lo coge de la mano cuando está abriendo la puerta.

—No es a menudo —susurra mirándolo a los ojos sonrojada, o todo lo que puede sonrojarse un vampiro.

—Ya lo sabía, pequeñaja —contesta palmeando su cabeza. Observa que eso no la deja realmente conforme, quizás está algo más susceptible, y por esa vez le da el beso que quiere—. Cuando regrese iremos de caza, mientras tanto, pórtate bien y no incordies a los humanos —le ordena y abre la puerta para marcharse.

—Siempre me porto bien —responde ella aunque asintiendo con una gran sonrisa en los labios—. Que vaya bien la reunión, majestad —se despide antes de que él cierre la puerta y regresa finalmente a la cama. No tiene mucho más que hacer en realidad, no hay libros, la música le cansa y Viorel posiblemente esté con sus cables, al menos hasta que la reunión comience y su banda de internet muera.

Efectivamente, sólo dos minutos después de la hora en que empieza la reunión, Viorel llama a la puerta y se asoma.

—Me aburro —le dice poniendo un puchero.

—No han pasado ni quince minutos desde que Traian se ha ido y ya estás aquí —ríe y palmea a su lado en la cama con una gran sonrisa que es imposible de borrar de su rostro.

—Se nota que no habéis estado sólo durmiendo —comenta Viorel observándola tan feliz y desnuda, y se sienta a su lado a lo indio.

—¿En serio? ¿Qué te ha llevado a esa conclusión? —pregunta ella con ironía y risa en la voz. No se molesta en taparse, al final Viorel la ha visto desnuda demasiadas veces y está más cómoda así.

—Se huele, se ve y espero no sentirlo —contesta el chico mirando las sábanas y se ríe.

Alina rueda los ojos y lo empuja suavemente.

Vicio y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora