18. P0rno

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Está nervioso, muy nervioso. Alina le ha dicho que Traian quiere verlo esa noche en su casa. Viorel no sabe si eso es bueno o malo. No sabe si es para tratar algo de la guerra y debería vestir algo formal o es por otro asunto más placentero y debería sacar los tangas, y si es esa segunda opción no sabe qué pensar. La última vez que tuvo una insinuación así por parte del otro vampiro su amiga no se lo tomó muy bien.

El sonido de su puerta siendo aporreada lo sobresalta. Con la toalla en la cintura, ya que ni se ha decidido por la ropa interior, va a abrir la puerta. Se encuentra a Alina con su ropa usual, lo que no le ayuda en su decisión.

—Ali, pasa. Tienes que ayudarme, ¡no sé qué ponerme! —dice tirando del brazo de ella y cerrando la puerta.

—¿Por qué no sabes qué ponerte? Lo de siempre —dice ella extrañada por la inseguridad de su amigo, realmente, cuando van a ver a Traian, Viorel se vuelve un poco tonto.

—Pues porque nunca he ido a su casa. No sé para qué quiere que vaya allí, siempre lo he visto en otro sitio y sabiendo para qué, para enseñarle cosas de los móviles —le explica Viorel la razón de su nerviosismo y se detiene ante su cama cubierta de ropa.

—Sabes que Traian no le da mucha importancia a la vestimenta, ¿verdad? —le dice alzando una ceja y suspira—. Yo tampoco sé para qué quiere que vayas, pero sí sé que no espera que vistas de forma especial, ponte lo de siempre, esos vaqueros y una sudadera está bien —dice.

La verdad es que a ella también le intriga de cierta forma esa petición de Traian, pero si se lo dice a su amigo se pondrá más nervioso así que no lo hace, es mejor para la salud de todos.

—Pero yo pensaba ponerme algo debajo, no es cómodo para mí sin nada —objeta dudoso mirando de unos calzoncillos al tanga que ha seleccionado.

Alina lo mira con sorpresa.

—¿Estás dudando hasta con la ropa interior? ¿De verdad?

—Sí... Es que no sé para qué voy allí, y de todas formas siempre hurga en mi cabeza, así que lo sabe todo —se defiende Viorel.

La vampira se sienta en la cama comprendiendo lo que pasa por la mente de su amigo.

—Si eso pasa, te aseguro que da igual que lleves un tanga o un calzoncillo, no quedará mucho de él sobre ti en poco rato —dice tras tomar una respiración.

Su amigo la mira preocupado, coge los calzoncillos, se los pone para al fin deshacerse de la toalla mojada y se sienta a su lado.

—¿Y tú cómo estarías si pasara? Ahora ya sé cómo es, sé lo que hay.

Ella se encoge de hombros pillada un poco por sorpresa.

—¿A qué viene esa pregunta? —dice aunque no lo hace en un tono de reproche, quiere saber qué le está preguntando Viorel realmente. ¿Cree que ha sido tan tonta como para enamorarse de Traian? Eso no tendría ningún futuro, imposible—. Si estás seguro de lo que quieres y vas a estar bien... sé que no eres exclusivamente para mí, me destroza el corazón, pero lo he aceptado —bromea finalmente.

Viorel se queda mirándola, como si pudiera leerle el pensamiento, aunque no sea así, sólo necesita mirarla, y decide que por el momento puede seguir dejándolo pasar, acepta que Alina estará bien. Le da un besito en los labios y se levanta para ponerse unos vaqueros, una camiseta y coge una chupa en lugar de la sudadera, con ella se siente demasiado casero, informal.

—Vámonos. A ver qué capricho ha tenido esta vez —la insta antes de que cambie de opinión sobre su vestimenta.

Alina asiente, satisfecha porque él haya dejado el tema de ese modo tan sencillo, y deja a un lado esa sensación extraña para seguir a su amigo hasta la moto de éste. Sube tras él y se pega rodeándolo por la cintura.

Vicio y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora