S•I•E•T•E

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Violetta

Después de varias noches durmiéndome tarde por estar pensando, oficialmente podía decir que había vuelto a caer en mi error profundo.

Que él me volviera a gustar.

Me regañaba constantemente. ¿Es que solo necesitaba una semana de lindas palabras para caer otra vez ante él?

En ese momento él bromeaba con Oliver y Mateo, por todo el salón, como cada día.

Todos iban llegando al salón y yo estaba sentada junto a Elena en nuestra mesa leyendo.

Era nuestra costumbre.

- Esta puede ser nuestra costumbre, ¿ok? - dije cuando llevábamos tres viernes yendo a la heladería y pidiendo el mismo helado.

Manuel de 7 años lamió su helado de limón antes de contestar.

- Está bien. Oye, ¿como vas con Oliver?
- Bastante bien - sonreí ampliamente.
- Genial, me alegra verlos juntos, los siento tan felices...

Asentí y seguimos comiendo en silencio.

Mi mente volvió al presente terminando esa escena. Odiaba cuando las palabras me recordaban a él. Lo cual pasaba demasiado dados nuestros tiempos juntos.

***

- Maldita sea, otra vez se me perdió el lápiz - dije un poco enfadada pero de buen humor.
- ¿Otra vez? - me remedó Elena. Definitivamente ella era genial.
- Nooo - dije en sarcasmo - estás alucinando ¿crees que dije eso?

Mi sarcasmo era verdaderamente malo a veces pero ella se rio.

Saqué los cuadernos empezando a buscar mi lápiz. Cuando abrí el cuaderno de matemáticas, vi un papelito con corazones de colores, y lo abrí con curiosidad.

"Hay tantas formas de amar y amores como colores en el arcoíris" recitaba en el papel. En distintos colores y pequeño, decía "tantas" varias veces.

- ¿Qué carajos? - pregunté llamando la atención de Elena.
- ¿Qué es eso? - me lo sacó de las manos y observó. Cuando terminó de leer abrió los ojos - ayer fue San Valentín...
- ¡Pero este cuaderno no lo traje aye...! Espera, este fue el único que traje ayer.
- ¡Es tu Valentín! - gritó Elena emocionada.

Todos voltearon a mirar por al menos una milésima de segundo y yo tapé la carta.

- Shhh. Probablemente no es para mí.

Empezamos a inspeccionarla con ojos de detective, mientras Elena hablaba de lo increíble del amor y cosas cursis.

- Si fuera para mí, ¿quién me la mando? - interrumpí su charla.

Miramos a los lados todos los niños del salón.

- ¿Mateo? - comenzó a decir y siguió señalando - ¿Oliver? ¿Gabo? ¿Manuel?

Miré a este último, que esta vez no estaba mirándome pero reía. Se volteó de repente y alcanzó a ver un atisbo del papel con corazones. Frunció el ceño.

¿Existirá la posibilidad de que...?

No. Él tiene novia, y además no me quiere.

Guardé la tarjeta de improviso, sin llegar a romperla por pura pereza. Elena me miró con mirada interrogante pero solo cerré el cuaderno y me apoyé en la mesa ocultando mi rostro.

Lejos del romance.

Malditas palabras... ¿Por qué las había dicho?

Lejos del romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora