T•R•E•I•N•T•A

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Manuel

Llegué a casa después de tres días de hospitalización, y mamá me dejó cenando para irse a trabajar.

Pensé que estaría solo hasta que la puerta se abrió y Violetta entró por ella hablando por teléfono animadamente.

Al verme, su expresión endureció, pero se sentó en la silla de enfrente y me ignoró, empezando a comer mientras seguía hablando.

Finalmente colgó y siguió comiendo, con el mentón en alto y las manos rígidas.

- Violetta...
- ¿Mmm? - una sonrisa fingida se vio en su rostro.
- Lo siento.
- ¿Por qué? - su voz era falsamente dulce, cerrada.

Hice una mueca.

- Vamos. Lo sabes, lo del hospital.

Tragó saliva pero siguió en su perfecta postura de muñeca.

- Para mí eso no ha pasado, ¿vale? - ahora su voz era como hablando con un bebé tonto.
- Pero tengo que explicarte, algo.

Su expresión dejó de ser dulce y se volvió furiosa.

- No quiero oír nada, ¿okey? ¿Te cabe en tu estúpido cerebro de idiota?
- Pero tienes que saber por qué lo dije y...
- ¡Santo Hefesto! definitivamente te gusta dañarlo todo aún más, cuando ya está jodido.

Eso me pegó en el pecho de nuevo pero esta vez me dio furia.

- ¿¡Quieres dejar de decir eso!?
- ¿¡Quieres dejarme en paz!?

La agarré por el brazo fuertemente y ella hizo una mueca.

- Mira, Violetta. Estaba confundido. Por alguna razón dije que me gustabas tu; entiende que me confundí, te confundí con Ava. Estaba sedado. ¿Cómo podría yo enamorarme de ti?

Su expresión pareció rota un segundo, pero se recompuso rápidamente y soltó su brazo.

- Como ya te dije, me importa un maldito pomelo. Yo no estaba... ni siquiera estaba pensando en eso.
- ¡Entonces no vas a fastidiar nuestra amistad!
- Cállate, no voy a ser amiga de una persona que me grite así.

Me pegó una cachetada y empezó a irse para su cuarto cuando la puerta sonó.

- ¡Por la sagrada Oliva, Greg! - exclamó y abrió con una sonrisa.

Por la puerta entró un chico alto, casi más que Oliver y abrazó a Violetta.

- ¿Y tú quién eres? - pregunté groseramente.
- Alguien que no confunde a su novia con su mejor amiga - me fulminó con la mirada - y desde luego alguien que saluda antes de mirar mal a alguien.

Me sacó el dedo y estampó la puerta.

Lejos del romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora