D•I•E•Z

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Manuel

Me quedé boquiabierto ante lo que vi.

Alan era callado, un poco tonto (cosa por la que nos burlábamos de él) e incluso feo, pero allí estaba, logrando lo que yo quería.

Estar con mi chica.

A ver, ¿mi? ¿Mi chica?

Mi chica estaba a mi lado, sentada abiertamente charlando con Oliver y Chelsea. Ava era perfecta.

No me gustaba Violetta.

No me gusta Violetta.

No me...

- ¡MIERDA! - grité en voz alta.

Mis amigos me miraron horrorizados y el maestro, sorprendido, caminó hacia mi.

- Manuel, está prohibido decir palabrotas. Y lo sabes.

Ava se levantó y arregló su chaqueta levemente.

- Disculpe, maestro. Manuel ha tenido unos días... difíciles - me miró algo desconcertada - se le ha salido, no serán necesarias las amonestaciones.
- Bien, pero si vuelve a pasar...
- No volverá a pasar - me apresuré a aclarar yo.
- Bien, ¿alguna duda?

Todos nos miramos y negamos con la cabeza, excepto Oliver, quien se quedó dibujando sin dejarnos ver. El maestro se volteó cuando Oliver dijo:

- Sí tengo una.

La voz de Oliver era siempre muy grave, seria y calmada. A veces aburrida. Pero sonó muy autoritaria en ese momento.

- ¿Cuál sería, Oliver?
- ¿Libre expresión? La conoce, ¿no es así? - el maestro se tensó - Bueno... tal vez decirlas en frente de los niños de primero no sea adecuado. Pero ¿por qué nos prohíben decirlo hasta en voz baja?
- Oliver... - intentó detenerlo Ava.
- No, quiero saber.

El maestro miró severamente a Oliver, pero este no dejó su expresión desafiante.

- 1 hora después de clase, Oliver - dijo calmadamente.

Oliver pareció decepcionado.

- Espere - Chelsea habló - Yo también quiero saber. Apuesto a que usted mismo habla así.

Ava se puso detrás de los dos como apoyándolos y me vi en urgencia de hacer lo mismo.

- 2 horas, los cuatro.

Y se fue.

Cuando desapareció de nuestra vista, todos volteamos hacia Oliver.

- ¿Qué le pasa, man? - preguntó Ava.
- Nada. Estoy harto.
- Okey... ¿Jugamos a las confesiones? - preguntó Chelsea cambiando de tema hábilmente.
- Ok.

Nos sentamos en una especie de círculo raro.

- Quiero hacerte un reto, Chels - indicó Ava, y parecía maliciosa.
- ¿Mmm? - Chelsea estaba algo asustada.
- Es para todos, en realidad. Todos cerraremos los ojos y besaremos por turnos a quien nos guste más.

- Empiezo yo. Cierren los ojos.

Sentí sus labios besarme apasionadamente, y entendí porque las chicas nos habían llevado detrás de los árboles caídos.

- Parejita - rio feliz Chelsea.
- Usted, siga - me ordenó Oliver.

Todos cerraron los ojos. Me permití mirar a Violetta lentamente.

Esos labios...

- Beso de película - indicó maliciosamente Andrés.

Ese era largo, el más fuerte.

Miré a Violetta, quien se tapaba los ojos algo avergonzada.

- No hay más que hacer - dijo Oliver, como dándome a entender que no habría pelea por eso.

No sabía que hacer, me quedé paralizado.

En menos de nada, Violetta se había acercado a mí, poniendo mis manos sobre su cintura y las suyas en mis mejillas. Me miró por un segundo y luego me besó.

Nunca me acordaré de saber cómo era besarla, porque por la vergüenza me enfoqué en no ponerle cuidado al beso.

Muchas veces me torturé mentalmente por no saber a qué sabían esos labios.

- Manuel, ¿Qué es lo que te pasa? - Ava ya sonaba molesta - llevas mucho tiempo pensando, creí que me besarías...
- Perdón, estaba pensando en algo... algo que me pasó alguna vez.

Busqué ayuda en Oliver.

- Manuel a veces es así.

Para que no pasara nada más, besé a Ava fuertemente, tal vez demasiado.

- ¡Basta! - gritó Chelsea - el juego se acaba en algunos minutos, después de eso pueden hacer lo que quieran...
- Que inocente y dulce, Chels - dijo Oliver y se acercó a ella mucho.
- Yo no soy inocente - aunque intentaba ser fuerte, Chelsea se estaba encogiendo frente a la gran altura de Oliver.
- Pruébalo - bromeó, ajeno a los sentimientos de Chelsea y dispuesto a jugar.

¿¡PERO QUÉ CARAJOS?!

Chelsea acababa de besar a Oliver, tomándolo fuertemente por las mejillas.

Este se separó algo aterrorizado.

- ¡Era una broma! - exclamó tras recuperarse de la sorpresa - ¡Mierda, Chelsea! No, no...
- Creí que te gustaba...
- Chelsea, tú sabes que soy amable contigo pero no me gustas.

Juro que sentí algo romperse en el ambiente. Sí, Oliver era muy directo.

Y si, yo también pensé que a Oliver le gustaba al menos un poco Chelsea.

De hecho me quedé perplejo porque me había dicho hacía un mes que le gustaba.

Chelsea salió corriendo y Ava fue tras ella.

- Oliver, ¿qué te pasa? - pregunté asombrado.
- ¿De?
- ¡Hace un mes me dijiste que te gustaba!
-¡Claro que no!
- Ay, ¿te vas a hacer el tonto?
- No...
- Me dijiste, y cito "Creo que me gusta Chelsea. Sería divertido hacer algo los cuatro alguna vez"
- Claro que no.
- Oliver. No me hagas enojar, dijiste eso.
- ¡Pues ahora me gusta otra chica! - se tapó la boca tras decir eso.
- ¿¡Qué?!
- ¡Mierda!

Oliver pateó un tubo roto. Luego se cogió la cabeza y se puso a murmurar cosas.

Eso era un ataque de pánico.

- ¡Manuel! ¡MANUEL! - gritó Violetta llegando con Oliver en sus brazos, y los dos a punto de caer.
- ¿Qué pasó?

Agarré a Oliver, lo senté en la silla y empecé a removerlo.

- ¡No sé! - Violetta lloraba - estábamos en ella plaza de la otra cuadra y unos chicos mayores se burlaron de él... era... cosa seria - lloró aún más - luego se empezó a coger la cabeza y a murmurar cosas raras... y casi se desmaya.

La voz de Violetta estaba ahogada, y le tomaba la mano a Oliver, quien poco a poco iba volviendo a su color.

Luego de unos meses, salió que Oliver sufría de ataques de pánico derivados de algunos traumas. Él se lo escondió a Violetta por todo el tiempo, no quería que nadie se enterara de sus problemas.

- ¡Oliver! Calma, calma. Estoy aquí, hermano. Estoy aquí - lo abracé y froté su espalda pese a que él intentaba soltarse - No te voy a juzgar. Está bien, está bien... todo está bien.

De repente cayó al suelo.

Lejos del romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora