V•E•I•N•T•I•S•E•I•S

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Manuel

Estábamos caminando hacia el gimnasio en grupo, el establecimiento quedaba en otra sede así que debíamos pasar cuatro calles, cosa que aprovechábamos para relajarnos y charlar mientras caminábamos.

Ava y Oliver estaban juntos, bastante alejados de mí, hablando, por lo cual estaba caminando solo. Violetta estaba corriendo por ahí con Charlotte y Elena, y en varias ocasiones tuve que moverme a ultimo minuto para que no me atropellara ninguna de ellas.

En fin, era un hermoso día, normal.

Hasta que llegó Chelsea.

Todos miraron asombrados cuando se quitó la capucha. Desde que ya no estaba con nosotros no se la había quitado, entonces todos visualizaron su rostro como reconociéndolo apenas.

Después todos volvieron a lo suyo, excepto Ava que vi que se quedaba mirando furtivamente como Chelsea venía caminando hacia mi.

Diosito santo, esta vez seguro si te da el beso.

¡Noooo!

- Hola Manu - se ubicó a mi lado y me sonrió normalmente.
- Ho-hola.

Su mirada después de eso fue traviesa, como si quisiera que yo mencionara algo sobre el beso.

Pretendía investigar que había sido eso, cuando vi que Oliver hizo como si se acordara de algo y le contó a Ava algo en un susurro.

Jenny pasaba por el lado y oyó porque puso cara de sorprendida.

Ava me miraba con los ojos llenos de rabia y no fui capaz de mirarla. Miré en cambio a Chelsea, que parecía darse cuenta de todo y estaba sonriendo ampliamente.

Llegamos al final de la calle y Elisa gritó de repente cuando Jenny le contaba lo que sabía al oído.

- ¿¡Manuel y Chelsea se besaron en el árbol de durazno!? - gritó fuera de sí para después taparse la boca apenada.

Todos se detuvieron y voltearon hacia mi puesto.

Violetta me miraba como diciendo "lo siento" y las miradas de Oliver y Ava eran imposibles de describir: simplemente ambos me miraban con toda la furia que les había visto jamás, pero la de Ava tenía además un destello de lágrimas. Cuando miré a Chelsea a mi lado parecía muy feliz de una forma perversa.

- ¡No nos besamos! - grité pero mi voz salió floja como si estuviera mintiendo. Pero ¡casi había sido un beso! Casi, no un. Además ¿como putas se había enterado Oliver?

Todo el curso miraba entre Ava y yo.

- Dime qué pasó entonces - la voz de Ava, por el contrario soñaba decidida y amenazante.
- Chelsea me llamó ese día ¿recuerdas?
- Yo no te llamé - dijo en alto Chelsea y la miré con furia.
- ¡Me escribiste! - me volteé hacia mi novia - El caso es que fui a verla, y en mi intento de ser comprensivo y buen amigo, la dejé avanzar y...

Ava soltó una risa sarcástica.

- Ah, o sea ¿cuando tus amigas están tristes las besas?
- ¿Qué? ¡Ya dije que no nos besamos!
- Pero dijiste "la dejé avanzar" - intervino Oliver con voz lenta.
- ¡Hasta que me di cuenta de que intentaba besarme! La alejé, la alejé, ¡la alejé!

El maestro había llegado entretanto y nos intentaba parar sin éxito.

- Si fue así, ¿por qué no me dijiste nada? - la defensiva de Ava se cayó y fue reemplazada por una nota intensa de tristeza.

Todos se quedaron en silencio y el maestro no se atrevió a decir nada.

- Porque me prefiere a mí.

Esa fue Chelsea, quien avanzó hacia Ava, mirándola desafiante.

- ¿Qué estás diciendo? - preguntó Ava con los ojos como platos.
- Qué está mintiendo, pero ya me cansé de ser la otra.

Luego de eso no recuerdo nada más que haber corrido hacia Chelsea y después todo se puso negro.

Lejos del romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora