C•I•N•C•O

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Violetta

Lágrimas, eso era el líquido que me hacía ver borroso y salía de mis ojos.

¿Por qué estaba llorando, de todos modos? Manuel me había advertido que no sabía lo que pasaría en él colegio, y era obvio que quería ver a Oliver bien.

Pero era inevitable no pensar en la linda semana que habíamos pasado, bromeando y divirtiéndonos, como antes.

De repente sonó el timbre, así que me sequé la cara y salí del baño. ¿Era muy cliché llorar en el baño? No sé, sinceramente no quería que nadie me viera llorar y no encontré otro lugar.

Afuera todos estaban llegando al salón. Elena se sentó junto a mi.

- ¿Por qué no saliste al patio? - preguntó después de echarme un vistazo. La miré rápidamente. Ella era nueva, aún evaluaba si podía confiar en ella.
- Estaba en el baño, estaba... a veces me refugio allí - No era mentira, a diferencia de los baños de otros colegios, el de el mío era limpio y espacioso.
- ¿Okey? - ella era sonriente y graciosa, y me animé un poco.

Nos pusimos a sacar los materiales de la siguiente clase cuando llegó por la puerta. Manuel, si.

Su cabello estaba sobre su rostro, haciéndolo tan lindo como siempre. A su lado estaba Ava, y él la apretaba por la cintura.

Entonces pasó: sentí algo en mi pecho que me hizo doler, mis manos me picaron por decirlo así.

- ¿A dónde vas? - la voz de Elena me volvió a interrogar.

Me di cuenta de que me había parado con rabia e iba a hacer quién sabe qué.

- Yo... ah... nada, estaba entretenida en mis pensamientos...
- ¿Todo está en orden?
- Sip, sin problemas.

Sonreí y me senté de nuevo. Mientras los populares se reían de alguna cosa "ingeniosa" que habían hecho, repasé mis pensamientos.

Había tenido celos. Celos de Ava. Pero, ¿por qué? Yo misma había dicho "Lejos del Romance".

Y lo más raro era esto: que Manuel Mont Pellman me seguía tratando como basura.

- Miren, esa es la estúpida.
- Ojalá no empiece a contarle a todo el mundo sus tontadas.
- ¿Por qué alguna vez fui su novio? Es horrible.

Sí, claro que oía a Oliver, Chelsea, Ava y Manuel hablar así de mí. Pero sinceramente no estaba de ánimos para quejarme de nada.

Llegó la profesora y todos corrieron a sus puestos.

Antes de sentarme, miré a Manuel. Por alguna razón él ya tenía su mirada en mí. Sus ojos se encontraron con los míos por un momento, que fue demasiado lindo para mí, y sin poder evitarlo una sensación extraña recorrió mi cuerpo.

El momento se acabó y todos nos sentamos.

Wow...

Lejos del romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora