V•E•I•N•T•I•S•I•E•T•E

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Violetta

Mi cerebro tardó demasiado para entender lo que pasaba, y cuando me di cuenta, Manuel había corrido y le había pegado a Chelsea una cachetada, a lo cual ella lo había tirado al suelo, y pretendía pegarle una patada cuando el maestro llegó y Ava detuvo a Chelsea ganándose un codazo en el pecho.

Todos gritaban y Manuel tenía los ojos cerrados, el maestro intentaba darle los primeros auxilios y ahí reaccioné.

- ¡Manuel! ¡Ava!

Ella estaba frotándose el pecho y la mejilla porque Chelsea había añadido un golpazo en su rostro y se había soltado.

La retuve y me pellizcó el brazo, me pegó patadas pero en mi necesidad de protegerlos a todos ni siquiera sentí el golpe hasta tiempo después.

- ¡CHELSEA! ¡CÁLMATE, MALDITA SEA!
- ¡¡Cállate, niña estúpida!! - No paraba de chillar y me aguanté las ganas de tirarla al piso ahí mismo.

El maestro había llamado a la ambulancia porque Manuel no despertaba y los ojos se me llenaron de lágrimas. Oliver llegó y con su gran altura agarró fuertemente a Chelsea.

La hizo mirarlo a los ojos. Entonces ella paró.

- No puedo creértelo - le sostuvo el mentón con delicadeza - No puedes haber hecho todo esto porque te rechacé.

Detecté en su voz suavidad, y por primera vez vi a Oliver actuar bien con Chelsea. Estaba intentando calmarla y no ser tan hiriente.

- Tú sabías que Manuel no diría nada y que se volvería loco intentando averiguar tus acciones, y que Ava se enojaría - negó con la cabeza y Chelsea bajó la suya.

Oliver me hizo una seña de que la soltara y le hice caso.

- Ven.

Chelsea solo lo abrazó y sollozó en su pecho.

En ese momento llegó la ambulancia. Miré a Ava y corrí hacia su lugar.

- ¿Irás con él? - pregunté en un susurro.
- No... no quiero. Ahora mismo no.

La sacudí un poco.

- Ava, ya viste. Chelsea hizo todo eso porque estaba lastimada y de algún modo pensó que vengarse era la mejor opción... Manuel no se besó con ella.
- ¿Por qué no me dijo nada? ¿Ah? ¡Justamente estábamos en el terreno de confianza! - las lágrimas salieron de sus ojos y yo me sentí impotente - o eso creía...

- Violetta, dice Andrea que vengas - indicó el maestro con afán.
- Ve tú. Hazme ese favor - la necesidad en la voz de Ava me hizo convencerme.

No me despedí de nadie y eché a correr y alcancé a subirme.

- Ahora, Violetta, ¿quieres decirme qué pasó? - preguntó el maestro.

Suspiré. Era una larga historia.

***

Ya habían pasado tres horas y yo dibujaba rayones en una hoja.

- Quiere verte, quiere hablar contigo, te busca con urgencia - me instó Andrea después de salir de verlo.

Asentí con la cabeza a modo de asentimiento y casi que corrí hasta la puerta que indicaba "501".

Lejos del romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora