✡ CCV

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Capítulo 205: Diferencia de Poder

Sin tener otra opción, Raidel retrocedió por enésima vez en aquel combate. La bestia contra la que estaba luchando era increíblemente rápida a pesar de ser tan gigantesca. La velocidad de sus ataques fácilmente podría superar a la de letales guerreros de la talla de Zoden. El muchacho no podía hacer más que retroceder y seguir retrocediendo ante la salvaje lluvia de zarpazos que caían en torno a él con un frenesí asesino.

Los zarpazos eran tan potentes que, al chocar contra el suelo, porciones enteras de tierra saltaban por los aires. Varias grietas se formaron debido al interminable número de colisiones.

Raidel sabía que sería hombre muerto si uno de esos zarpazos lograba alcanzarlo, por lo que no se había atrevido a acercarse demasiado, mucho menos intentar ninguna clase de contraataque. Sabía que algo como eso sería un suicidio ante un monstruo que no debía pesar menos de cien toneladas.

Él estaba al tanto de que seguramente su táctica de pelea podría parecer algo cobarde, pero era precisamente eso lo único que le había permitido sobrevivir hasta ahora.

En medio de su insana ráfaga de ataques, el dragón soltó un poderoso rugido y agitó su escamosa cabeza de un lado a otro. Era evidente que estaba furioso. De hecho, cada minuto que pasaba parecía más furioso. En todos sus años de existencia, jamás se había enfrentado a alguien como él: pequeño y débil, lo que hacía que fuera escurridizo y difícil noquear.

Cuando el dragón se enfrentaba contra oponentes débiles como Raidel, era bastante fácil aniquilarlos. Aunque éstos fueran escurridizos, la bestia solo tenía que escupir uno de sus torrentes de fuego mortal para enviarlos al otro mundo, independientemente de si ellos podían controlar el Rem de Fuego o no.

La bestia habría podido carbonizar el cuerpo de Raidel con gran facilidad y en apenas unos segundos si Bephasgol le hubiera permitido matarlo, pero el demonio quería al muchacho vivo y sin ninguna herida de gravedad.

Resultaba bastante frustrante para la bestia estar luchando contra un humano tan débil, y aún así no poder matarlo. Quería desobedecer las órdenes del demonio y aniquilar a ese escurridizo insecto de una vez por todas. No habría sido tan mala idea. Simplemente pretendería que lo mató por error... Pero, por más que quisiera hacerlo, no podía desobedecer las órdenes de su ama. Además no podía olvidar que Bephasgol había estado buscando al muchacho desde hacía casi un año. Si el animal lo mataba por error, tendría que prepararse para la furia desatada del demonio... y eso era algo que nadie, ni siquiera él, quería ver.

De modo que el dragón continuó lanzando interminables zarpazos, sin saber qué otra cosa poder hacer para dejar fuera de combate a aquel insecto pero no matarlo. Si hacía uso de sus colmillos para morderlo, seguramente lo mataría. Si utilizaba el colosal peso de su cuerpo para embestir contra él, seguramente lo mataría. Si levantaba una de sus patas y con ella lo aplastaba como el insecto que era, seguramente lo mataría. Si lo atacaba con sus monumentales cuernos de tres metros de longitud, seguramente lo mataría... En la opinión del dragón, esa era la parte aburrida de los humanos, sobre todo de los humanos tan débiles como él: Los desgraciados eran tan frágiles que no resultaba nada divertido luchar contra ellos.

Pero lo que al dragón más le frustraba era el hecho de que él era capaz de escupir un torrente mucho más caliente y mortífero que la lava... pero no podía usarlo contra Raidel, ya que si lo hacía, el mocoso moriría al instante. Resultaba que su cuerpo no estaba acostumbrado a unas llamas tan calientes como aquellas, por lo que sería completamente carbonizado en un abrir y cerrar de ojos.

Por esa razón era que el dragón solo había utilizado las llamas anaranjadas hace unos cuantos minutos atrás. La bestia sabía que esa clase de llamas no matarían a Raidel, ya que después de todo eran llamas comunes y corrientes.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 3: El Torneo de las Mil EscuelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora