✡ CCCXXIX

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Capítulo 329: La Batalla de las Bestias: El Demonio Rojo vs la Ama de la Jauría de Lobos 

—Diablos, definitivamente su modo bestia es cada vez más bestia —dijo Ethan, mirando la Arena con cierta inquietud. Una sofocante sensación le estaba revolviendo las entrañas. 

Sin embargo, quiénes estaban más preocupados eran Fran y Keila. 

—¡Debemos detener esta pelea como sea! —dijo Keila, muy nerviosa. Si esa mujer del Foso le había provocado heridas incurables a Fran, seguramente Raidel terminaría igual o peor aún, moriría. 

—Él nunca te lo perdonaría y lo sabes —dijo Alisa, muy tranquila en su asiento. Regresó a mirarla—. Yo quería ser quién mate a esa mujer, pero… supongo que él hará el trabajo sucio. 

—Pero…

—No hay nada qué hacer —dijo Ethan—. Solo mirar la batalla y rezar para que nuestro amigo no termine sin una pierna. Eso es todo.   

—Y rezar para que esa cosa no lo devore —añadió Khumar. 

—Jejejejeje —se rió Corelia—. Me gustas, me gustas. Te convertiré en mi juguete. Te llevaré a mi casa. Y nos divertiremos durante muchos años…

Ambos seguían frente a frente, mirándose a los ojos. Diez míseros centímetros los separaban. 

Los labios de Raidel seguían retorcidos en una grotesca sonrisa que se ensanchaba hasta límites inhumanos, inconcebibles, revelando una dentadura desigual y afilada como la de un depredador. Sin duda estaba disfrutando esto.

—Ha… —murmuró Raidel con una voz tan gruesa que hacía que el sonido de un trueno pareciera suave en comparación.

—¿Qué? —dijo Corelia. 

—Haré que me supliques piedad a gritos, maldita zorra —dijo Raidel, ensanchando aún más su diabólica sonrisa—. Hoy conocerás el verdadero tormento. Querrás morir… pero yo no te daré ese placer. No volverás a descansar. Jamás lo harás. 

Las risas de Corelia empezaron siendo débiles murmullos, pero aumentaron lentamente hasta que al final se convirtieron en estridentes carcajadas que casi ahogaron las palabras de la presentadora anunciando el inicio del combate.

Raidel arrojó un puñetazo demoledor, brutal, que chocó en la cabeza de la mujer, cerca de la sien, produciendo una explosión y una onda expansiva a su alrededor.

Corelia dio dos vueltas en el aire y cayó al suelo con una parte del cráneo hundida hacia adentro del tamaño del puño de Raidel. 

Balbuceando cosas a un ritmo frenético, el muchacho se precipitó sobre ella y sacudió sus uñas como si fueran garras, produciéndole profundos cortes en la piel, por los cuales brotó a chorros un líquido rojizo y brillante. 

Luego Raidel prendió sus manos en llamas, agarró el rostro de la miserable mujer con unos dedos que parecían tenazas, la levantó del suelo y estrujó su rostro, desgarrando su piel como si fueran trozos de lana envejecida.

Luego Raidel estrelló la cabeza de la mujer contra el suelo, una, dos, tres, cuatro veces, hasta que un pequeño charco de sangre quedó impreso bajo ella. 

Raidel tomó aire, y de un puñetazo envió a Corelia a rodar veinte metros por los aires. 

—¿Ya te fuiste a dormir? Recién estamos empezando —dijo Raidel con su voz demoníaca, caminando hacia el lugar en dónde había caído la mujer. 

✡ Guerra de Dioses y Demonios 3: El Torneo de las Mil EscuelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora