✡ CCCXXV

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Capítulo 325: Serpentus

—Está en estado crítico —dijo Khumar aquella misma tarde, tras una minuciosa inspección. 

—¿Puedes hacer algo por él? —dijo Keila, que seguía devastada. 

—Pues… malas noticias. No sé si algún día se recupere del todo —declaró el dragón—. Tiene 46 huesos rotos, muchos de los cuales están partidos en más de un sitio. Prácticamente todo su cuerpo está lleno de hemorragias internas. Su pulmón derecho está perforado. Su hígado ha colapsado. Hace poco acabó de tener un infarto porque su ventrículo izquierdo estaba aplastado… Los músculos de su pierna derecha quedaron hechos puré. Ah y…

Keila ya no podía escuchar más. Bajó la mirada al suelo y se cubrió el rostro con ambas manos. Empezó a sollozar en silencio. 

Raidel empezó a consolarla. 

—¿Ni siquiera tú puedes hacer algo? —dijo Alisa en un tono casi demandante. 

—Lo siento —dijo Khumar, apenado—. Fran sobrevivirá. Eso es seguro. Pero dudo que algún día se recupere completamente. En otras palabras, su carrera como guerrero ha terminado. 

Los compañeros quedaron en completo silencio. Cada quien sumido en sus propios pensamientos. Cada quien con su propio sentimiento de pesadumbre e impotencia. 

El dragón agregó:

—Si Fran tuviera la monstruosa capacidad de recuperación de Raidel, yo podría ayudarlo, pero lamentablemente no todos son monstruos como ese niño… 

Raidel no dijo nada. No solía pensar mucho en su capacidad de recuperación, pero sabía que estaba muy por encima del promedio. Desde que se graduó de la Academia Legacy, él había participado en interminables batallas, cada cual más dura y difícil que la anterior. Prácticamente en todas sus peleas él terminaba con innumerables heridas de gravedad, pero a las pocas horas ya se curaban, mientras que a la gente normal le tomaba semanas o meses recuperarse de heridas semejantes…

Pensó que él nunca necesitó de grandes cuidados para que sus heridas se curaran. Tan solo unas pocas vendas y a veces coser la piel con aguja e hilos. Y listo. Al día siguiente ya estaba como nuevo, como si nada hubiera ocurrido. 

En las preliminares del Torneo, sus heridas en las piernas le tomaron un par de días en sanar, pero con tales daños cualquier otra persona hubiera perdido las piernas, incluso con los increíbles cuidados de Khumar. 

—Mira, ya está despertando —dijo una voz femenina. 

—¿Me escuchas? ¿Me escuchas? —pronunció una voz grave—. Si puedes oírme parpadea una vez. 

Fran abrió los ojos. Un espantoso dolor recorría cada fibra de su cuerpo. No recordaba haberse sentido tan mal desde… bueno, desde nunca. 

No pudo evitar gritar del dolor, lo que hizo que sus cuerdas vocales medio destrozadas casi explotaran, provocándole aún más dolor. 

—Debes preguntarte en dónde estás y quiénes somos —dijo el tipo de voz masculina—. Somos médicos del Imperio Valenfort. 

El dolor era tan terrible que Fran tuvo que aferrarse a los extremos metálicos de su cama. 

—Sé que te cuesta hacerlo, pero por tu bien será mejor que prestes atención a lo que tengo que decir —dijo el médico. 

El cuerpo de Fran estaba temblando. Sus ojos giraron de un lado a otro como si estuviera buscando algún escape, alguna salida de semejante dolor… 

✡ Guerra de Dioses y Demonios 3: El Torneo de las Mil EscuelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora