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Capítulo 280: El Inicio de una Guerra

Una cortina de fuego, humo y azufre se esparció rápidamente por los alrededores, llevada por el viento. Todo el extremo norte de la ciudad se vio envuelto por un intenso y desagradable olor a quemado. Los cientos de cactus podridos, troncos descompuestos y escombros de madera y metal que habían en la Zona Muerta ahora estaban completamente carbonizados. Las estatuas, monolitos, pilares y viviendas de aquel lugar que fueron abandonadas desde hacía años habían sufrido el mismo destino, además del sinnúmero de cadáveres de hombres, animales y bestias que cubrían el suelo en un área de varios kilómetros, abarcando prácticamente la totalidad de la Zona Muerta. Todo eso había quedado reducido a cenizas, por lo que el olor resultante era bastante desagradable.

El denso humo hizo que a Misha le escocieran los ojos. Ella pensó en retroceder cuatroscientos o quizás seiscientos metros más, pero al final no lo hizo. No estaba segura de que pudiera hacer tal cosa sin flaquear y caerse a medio camino. ¡Incluso podría desmayarse! Le parecía vergonzosa la condición en la que se encontraba ahora mismo…

Observó sus alrededores y creyó ver pequeñas figuras oscuras como puntos moviéndose en la lejanía. ¿Cuántos espectadores la estarían observando? Probablemente una treintena repartidos por las inmediaciones, aunque no había forma de estar seguros…

A continuación volvió a fijarse en el epicentro de la explosión. En el transcurso de los próximos segundos, una gran cantidad de humo fue disipándose lentamente en el aire hasta desvanecerse, pero aún así la cantidad que quedaba estaba tan concentrada que dificultaba la visión del lugar de la explosión.

La cortina de humo era densa y espesa como la niebla. Misha entrecerró los ojos para ver mejor. Y más temprano que tarde, pudo observar su objetivo.

Innumerables trozos de carne humeantes que yacían despedazados por el suelo, cubiertos de sangre chamuscada y tripas gelatinosas… O al menos eso había esperado ver. Pero en vez de ello, sus ojos observaron un domo, grueso y oscuro como una fortaleza, que se alzaba alrededor del cuerpo de Phagor, cubriéndolo por completo.

«No puede ser… —pensó ella, sin despegar la vista de aquella estructura. Una extraña sensación punzante le invadió el pecho. Aquel domo era tan oscuro como su Manto de las Pesadillas, pero al mismo tiempo parecía más sólido que el acero. Misha solo conocía un material con esas características. Efectivamente, se trataba de la impenetrable Piedra Negra.

¿Pero quién? ¿Quién era capaz de crear un enorme domo hecho de Piedra Negra en apenas un instante?

La respuesta a esa pregunta le llegó de manera inmediata.

Una terrible voz, áspera y ronca, como el estertor de un dios oscuro, resonó desde las alturas con una potencia que estremeció el cielo y la tierra, y cuyas abominables palabras decían:

—¡R'lan kabir odeninsis denorius!

En estas últimas semanas, Misha había estudiado un poco el lenguaje natal de los demonios, así que logró comprender en parte el significado de aquellas palabras. Era una especie de saludo. Pero lo que más le sorprendió fue otra cosa.

«Darkoff —pensó ella, procurando mantener la calma—. Esa es la voz de Darkoff…»

Una oleada de diferentes pensamientos y emociones asaltó la mente de la princesa.

A continuación, ella alzó la mirada al cielo y observó aquella luna roja, la cual parpadeaba espantosamente como un ojo que todo lo ve desde lo alto. En efecto, Darkoff los estaba observando.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 3: El Torneo de las Mil EscuelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora