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Capítulo 241: Los Bandidos de la Fortaleza 7

Raidel abrió los ojos en medio de un torbellino de dolor que recorría todo su cuerpo y amenazaba con hacerle perder la consciencia una vez más. Intentó mirar a su alrededor, pero descubrió que apenas podía moverse. Tenía la visión borrosa y no recordaba nada de lo que había sucedido. ¿En dónde diablos se encontraba? ¿Había luchado contra alguien? ¿En dónde estaban sus amigos?

Escuchó unas voces, pero estaban distorsionadas y parecían demasiado lejanas.

Se sentía embotado y aturdido, como si su cerebro estuviera sumergido bajo una marea de confusión que ni siquiera le dejaba pensar claramente.

Parpadeó numerosas veces, y entonces las tinieblas que nublaban su mente fueron disipándose poco a poco. Estaba despertando del todo.

Observó a su alrededor. Una noche oscura reposaba sobre su cabeza con pocas estrellas que salpicaban el cielo. Se encontraba en un frío bosque de extensa vegetación. Se fijó que los árboles que estaban más cerca de su posición yacían tumbados en el suelo, cuyos troncos estaban fragmentados en dos o más partes, como si una batalla a grandes proporciones se hubiera librado en aquel lugar.

Acto seguido sus ojos fueron a posarse sobre el cadáver que yacía, destrozado y ensangrentado, a dos metros frente a él. Se trataba de un hombre monumental, de más de dos metros de altura que se encontraba en el suelo con la espalda hacia arriba. Entonces Raidel lo recordó todo. ¡Ese sujeto era contra quien él estaba luchando! Sus amigos le decían Oden, Orlen o algo así.

Pero nada de eso le sorprendió tanto cuando vio el enorme agujero que el cadáver tenía justo en medio de su espalda; un agujero del tamaño de un puño. Obviamente no era la clase de herida que hubiera sido provocada por un arma punzante como una espada o una lanza. No había ningún corte en su piel ni nada de eso. Lo que sucedía era que una parte de su espalda estaba hundida hacia adentro, casi hasta su pecho, como si alguien le hubiera propinado un puñetazo con una fuerza astronómica. Raidel estaba genuinamente perplejo. ¿Quién diablos podía ser tan fuerte como para hacer algo así?

Un nudo de ansiedad e inquietud se le formó en la garganta cuando creyó dar con la respuesta. 

«¿Acaso he sido yo? —pensó con cierta extrañeza, pues no recordaba nada de nada—. ¿Yo lo he dejado en esas condiciones?»

Recordó fugazmente las otras ocasiones en que le ocurrió lo mismo. Cuando despertaba, sus enemigos estaban destrozados en el suelo, y él no recordaba nada de lo que había sucedido. Según había dicho Alisa en una ocasión, aquella era una poderosa transformación llamada "Aura Oscura fase 2" o algo así.

Con una mueca de dolor surcando su rostro, Raidel se incorporó lentamente del suelo. Sentía un líquido extraño líquido pegajoso sobre la cara, pero en este momento tenía cosas más importantes de las que preocuparse. Observó a su alrededor, intentando mantener la calma. ¿En dónde estaban sus amigos?

Observó una oscura figura revolverse entre los árboles caídos. Por un momento pensó que era Fran o quizás Keila, pero entonces la figura exclamó a todo pulmón: 

—¡Diablos! ¡El niño sigue vivo! ¡El maldito pelirrojo sigue vivo!

Raidel frunció el ceño. Solo necesitaba escuchar esas palabras para saber que se trataba de un enemigo. 

Intentó ponerse de pie, pero el esfuerzo repentino hizo que la cabeza le diera vueltas por unos instantes, por lo que volvió a caer al suelo, mientras soltaba un chasquido de exasperación.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 3: El Torneo de las Mil EscuelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora