Capítulo 21

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Han

El reloj de mi teléfono marcaba las once y media cuando me desperté. En un día normal, siendo que era miércoles, a esta hora estaría todavía tomando mi comida en la cafetería de la universidad. Pero, debido al mal temporal y las bajas temperaturas que esta semana asolaban Winter Falls, el director había decidido cancelar las clases estos días hasta el viernes cuando, según el pronóstico del tiempo, la borrasca escamparía.

Salí de la cama y caminé descalzó por el pasillo para bajar las escaleras hasta la planta principal de la casa.

A pesar de las bajas temperaturas, los lobos teníamos siempre la sangre caliente por lo que nuestro cuerpo generaba más calor que el de los humanos. Era como si fuéramos estufas con patas, como diría June. Además de ello, el suelo de mi casa estaba recubierto por una moqueta blanca calefactada, por lo que en esta casa siempre teníamos los pies calientes.

Una vez en la planta baja, entré en la cocina a por un vaso de agua.

Solo con haber pensado durante dos segundos en June, mis pensamientos volvieron al viernes pasado. No me gustaba nada que aquellos dos vampiros se acercaran a ella, mucho menos Chan. Yo no era un chico celoso, pero aquellos chicos escondían algo y no quería que nada de todo ello terminara salpicándola. Bastante teníamos con esconderle lo que éramos como para ahora preocuparnos porque ellos no le dijeran nada sobre nuestro mundo.

Dejé el vaso en el fregadero después de beberme todo su contenido. Cuando iba a volver a subir a mi habitación, sentí aquel característico olor que últimamente no abandonaba mis fosas nasales por más que introdujera ajos en mis orificios para ahuyentarlo.

Antes de pensar bien en lo que iba a hacer, mis pies ya se encontraban corriendo veloces en dirección la puerta. La abrí, esperando encontrar al desagraciado de la manada WolfGang que nos estaba dejando las cajas negras. Pero, frente a mi casa, no había nadie. Solo aquella maldita caja junto a mis pies que no nos había traído más que pesadillas. Reposando encima de esta se encontraba un sobre de color marrón claro.

En cuanto el olor a sangre empezó a hacerse más intenso, y empecé a marearme, caí en la cuenta de que era lo que había frente a mí: otro animal convertido en víctima solo para acojonarnos y trastocarnos la mente.

Dejé la puerta abierta y volví a la cocina a por dos dientes de ajo. Aquel truco que nos había enseñado Innie era mano de santo. Pero tendría que ir a comprar más si este macabro juego de la manada del norte persistía por mucho más tiempo.

Volví a la entrada de mi casa y llevé la caja hasta la parte trasera de esta, donde quedaba el jardín rodeado de una valla de madera oscura. La escondí tras el único árbol que había en el cuadrado espacio de hierba, por si algún vecino se asomaba por alguna de las ventanas de los pisos superiores y la veía. Si bien el nuestro era un pueblo pequeño y tranquilo, había gente muy cotilla y prefería evitar cualquier especulación sobre lo que hacía yo en mi casa cuando mis padres no se encontraban en ella.

Entré de nuevo a casa y fui de vuelta a mi habitación a por el teléfono.

Abrí el chat grupal donde nos encontrábamos solo nosotros seis, sin June, y les comuniqué las nuevas noticias a los chicos.

HAN:

Nueva caja.

Os veo aquí.

🌕🌗🌑🌓🌕

Nos encontrábamos todos en el patio trasero de mi casa.

Los chicos debieron tener el presentimiento de que una nueva caja aparecería hoy, porque se plantaron todos en mi casa en menos de diez minutos, lo cual significaba que todos habían estado ya vestidos, sino hubiesen tardado muchísimo más en llegar.

Caminando entre lobos | Stray Kids | Primera parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora