Capítulo 33

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June

Todo estaba fundido en color negro a mi alrededor. Había muerto sin poder despedirme de nadie.

Los chicos. Mis padres.

¿Me echarían de menos cuando sus vidas transcurrieran sin mí?

No podía imaginar cómo se sentirían mis padres cuando se enteraran de que su única hija había muerto por una manada de hombres lobo. Pensándolo bien, de seguro no lo creerían. Lo más probable era que mandaran al mensajero al psicólogo para una revisión porque, ¿quién en su sano juicio iba a creer que los hombres lobo existían? Yo no lo hacía hasta que lo presencié con mis propios ojos.

Era extraño. Todo a mi alrededor estaba fundido en el color de la oscuridad, pero era como si pudiera ver a través de ella.

Observé en todas direcciones tratando de divisar algo que me dijera que hacía yo en este lugar tan remoto. ¿Era posible que alguien muerto pudiera todavía tener consciencia? No tenía la menor idea, nunca un muerto había revivido para contar como era la experiencia.

De repente, una intensa luz blanca me hizo cerrar los ojos. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Era todo esto siquiera normal?

—Junibel —podía escuchar a alguien llamándome.

Traté de acostumbrar mis ojos a la deslumbrante luz cegadora. Parpadeé varias veces hasta que conseguí ver que ya no quedaba ni ápice de oscuridad en aquel lugar. Todo se había pintado de un impoluto color blanco.

—Junibel —de nuevo esa voz.

Miré a mi alrededor, pero allí dentro no había nadie conmigo. Estaba completamente sola. Odiaba sentirme así.

—Junibel —claramente era una voz femenina la que me llamaba.

Mi vista entonces se centró en algo frente a mí.

A simple vista no parecía que hubiese nada, pero si enfocaba la mirada podía divisar una pequeña silueta que resaltaba entre todo el blanco.

Me acerqué a pasos lentos, curiosa, hasta lo que fuese aquella cosa. Mis pisadas resonaban en la vacía habitación.

Me detuve en seco al ver lo que allí se encontraba.

La figura de un cachorro de lobo blanco tumbado en el suelo. Parecía estar durmiendo.

—Junibel —mi nombre parecía provenir de él. Bueno, de ella.

Me agaché junto al pequeño animal y mi mano se movió por cuenta propia, posándose sobre su cabeza, dejando pequeñas caricias. Por algún extraño motivo, no sentía temor de este lobo. Al contrario, algo parecía atraerme a ella.

Entonces los ojos de la loba se abrieron. Su mirada subió hasta encontrarse con la mía. No supe que hacer entonces.

Tenía los mismos ojos que yo.

Su ojo izquierdo era de color miel casi dorado mientras que el derecho imitaba mi azul eléctrico.

Me quedé fascinada. ¿Cómo era aquello posible?

—Junibel —la voz salía claramente del animal. ¿Cómo podía hablar? Aquello no era posible, aunque, pensándolo bien, en los últimos momentos de mi vida muchas cosas imposibles se habían vuelto realidad.

—¿Me estás llamando tú? —le pregunté tontamente pues estaba segura de conocer ya la respuesta.

Solo nos encontrábamos ella y yo en este extraño y desolado lugar.

—Sí —fue todo lo que contestó.

Nuestras miradas seguían conectadas. ¿Estaba yo también hablando sin mover la boca como el animal?

Caminando entre lobos | Stray Kids | Primera parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora