Cobra Kai (Temporada 5)

Capítulo XXXVII

Silver y Miguel se subieron al auto de Silver y luego se dirigieron a la casa de Silver. Fue un viaje de casi media hora, pero Miguel apenas sintió un minuto, ya que estaba sentado en los lujosos asientos de cuero de, sin duda, el mejor vehículo en el que jamás había estado. Silver, como Sam, conducía un Mercedes, pero este auto era varios niveles más alto que el que conducía su ex. La sensación del viento haciéndole cosquillas en las mejillas y su cabello ondeando con el viento mientras estaban sentados en el cómodo era absolutamente increíble, y cuando Miguel sintió esto, sonrió para sí mismo. La vida podría ser muchísimo peor en este momento. Pronto llegaron a la casa de Silver y una vez más, Miguel se quedó sin aliento por lo increíble que era este lugar. Estaban fuera del Valle, en lo que definitivamente era una de las áreas más ricas de Los Ángeles, y Silver vivían en una gran mansión en la esquina del barrio. Con varios pisos de altura, se asentaba justo en la costa, con vistas al océano y al horizonte.

Silver llevó a Miguel a la casa y le dio un breve recorrido. ¡El lugar estaba loco! Una variedad de artículos antiguos, muebles extremadamente elegantes y el gran tamaño del lugar le dijeron a Miguel cuán rico era realmente este hombre. No es que no lo supiera ya. Silver llevó a Miguel por la cocina, las distintas salas, los dormitorios, los baños, la bodega, el sótano, solo algunas de las innumerables habitaciones de la mansión.

"Wow, tienes un lugar realmente agradable". remarcó miguel.

"Gracias." respondió Silver. "Considéralo un hogar lejos de casa. Si las cosas se ponen demasiado difíciles en casa en algún momento y necesitas un tiempo fuera, siéntete libre de venir aquí en cualquier momento".

"Gracias, sensei. Realmente lo aprecio". Miguel murmuró, sonriéndole débilmente. Conociendo el caos que seguramente surgiría entre él, Johnny, su madre, Robby y su bebé por nacer en un futuro cercano, sabía que podría haber una posibilidad de que aceptara esa oferta.

"No hay problema." respondió Silver. "Ahora, voy a reunir los documentos para que hagamos este trato oficial. Si quieres, puedes usar la ducha en el baño de invitados".

"Sí, eso sería genial, gracias". Miguel murmuró, y Silver le mostró el camino a la habitación, antes de dejarlo solo. 
Miguel entró y por supuesto hasta el baño estaba espectacular. Mientras usaba el baño, estaba orinando en oro. Literalmente. ¡El puto inodoro estaba chapado en oro! ¡¿Quién diablos tenía el dinero para vivir tan lujosamente?! Yo en el futuro, se dijo Miguel. Quería ganar esta cantidad de dinero para poder permitirse lujos tan inimaginables.

Después de tomar una larga ducha, Miguel salió del baño e inmediatamente escuchó el débil sonido de una hermosa música a lo lejos. Entró en la sala de estar principal, solo para ver a su sensei sentado frente a un piano de cola, haciendo cosquillas en las teclas de una manera que producía un sonido magnífico. Miguel se quedó allí, asombrado, durante varios momentos mientras escuchaba tocar a su sensei, antes de que Silver finalmente presionara la nota final de la pieza y mirara hacia arriba para ver a Miguel.

"Vaya... eso fue increíble". Miguel comentó, en estado de shock sin aliento.

"Gracias." Silver le sonrió. "¿Juegas?"

Miguel negó con la cabeza.

"Nah. Quería hacerlo cuando era más joven pero... nunca pudimos permitírnoslo". Admitió Miguel.

"Bueno, entonces, ¿qué tal si después de que terminemos de hacer nuestro contrato oficial, te muestro algunas cosas?" Silver sugirió amablemente. Miguel suspiró.