9. Primer dia de trabajo

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—Mierda... ¡Mierda!— Pensaba mientras avanzaba camino al trabajo.

Todo había ocurrido tan rápido. Para él, la idea de una figura paterna siempre había sido algo distante, casi irreal. Quizá por eso su madre le había dado tantas libertades desde que era pequeño, y no es que se quejara al respecto.

Sin embargo, había momentos (pequeños, pero a la vez grandes) en los que esa ausencia le resultaba devastadora. Como cuando sus compañeros de clase hablaban de las veces que iban a pescar con sus padres, o los llevaban al trabajo en el "Día de llevar al hijo al trabajo". Claro, no faltaba quien se burlara de él en esa ocasión: "Adam está más perdido que un hijo de puta en el Día del Padre."

Siempre hubieron burlas hacía el por esto, aunque no lo hacían constantemente, solo cuando lo recordaban, como si quisieran hacer las cosas "más justas". Aún así, algunos comentarios quedaron grabados en su mente:

"Si su madre tiene treinta y algo, eso significa que lo tuvo de muy joven."
"Seguro su madre era una vaga, igual que él."
"Y ni lo digas, su padre seguro fue un tipejo que la dejó en cuanto se enteró del embarazo."

Y aunque a veces intentaba seguirles el juego y bromear con ellos, cuando estaba solo no podía evitar que esos comentarios lo golpearan en lo más profundo.

—"Bueno, al menos sí que estaba perdido, más perdido que un hijo de Malta en el Día del Padre..."— Pensó con una pequeña sonrisa —Dios, madre... ese tipo sí que es un gilipollas. ¿Qué estabas pensando al estar con él? Es como si... Dios, ¿Qué estoy pensando?—

Levantó la cabeza y notó cómo se había convertido en el blanco de las miradas de los Pokémon que pasaban por su lado.

—Dios... ¿Qué demonios le pasa a esta gente?— Pensó, sintiendo una creciente verguenza en su interior. —Bueno, tía Susan, tú probablemente... no, conociendo a mi madre, seguro pagaste por sus errores, y supongo que yo soy uno de esos errores... Así que lo menos que puedo hacer para compensártelo es pagar por los tuyos.

Sabía que no duraría mucho tiempo en este lugar, pero después de ver a su tía tan feliz y tratándolo de una manera que su madre jamás lo había hecho, sentía que no podía fallarle otra vez. Esta vez, estaba decidido a dar lo mejor de sí en este trabajo.

—Hola, muchacho— Saludó el gran y robusto Magmortar— Llegaste muy puntual, más puntual que tus compañeros, de hecho.

—¿En serio...?— Preguntó Adam, sorprendido.

—Sí, aunque no deberían tardar mucho en llegar— Respondió Magmortar, mientras le daba un mordisco a una rebanada de pan cubierta de jalea

En ese momento, Adam escuchó el sonido de la campanita de la puerta.

—Hola, señor Edgar— Saludaron a coro dos voces

—Hola, chicos— Respondió Edgar, un poco distraído, provocando que el pan que tenía en la mano cayera al suelo.

Adam intentó detenerlo, pero el pan ya había caído al suelo, con la mermelada hacia arriba.

—Siempre cae de ese lado, jeje. Es como un don especial que tengo, niño —Comentó el Magmortar, levantando la rebanada y terminándosela sin más.

—Eso no se ve muy higiénico que digamos, señor...— Susurró el felino

—Mis empleados mantienen este lugar impecable, jeje— Respondió con una sonrisa— Bueno, tengo que salir a hacer unas compras. Os dejo para que os vayáis conociendo— Añadió, girando el letrero de "Cerrado" a "Abierto" antes de salir.

Adam se dio la vuelta y se encontró con un joven Infernape. Junto a él, una Flareon, que parecía tener más o menos la misma edad que él.

 Junto a él, una Flareon, que parecía tener más o menos la misma edad que él

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El sobrino de la Delphox cuya hija se quitó la life.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora