El sobrino de la Delphox cuya hija se quitó la life.

7. Una noche... singular

Adam quedó paralizado al escuchar esas palabras. ¿Cómo era posible? ¿Las paredes eran muy delgadas acaso...? Quizá lo suficientemente delgadas como para que el pudiese escuchar sus ligeros pasos felinos.  

Aun así no podía olvidar lo que con sus propios ojos había presenciado. Ese asqueroso Blaziken intentando aprovecharse de su tía justo delante de el, en realidad... ¿Qué estaba tramando ese misterioso personaje?

—Si, estoy aquí— Contestó sorpresivamente una voz antes de que el pudiese decir algo.

Esta en particular destacaba por lo particular que resultaba. Era una voz muy extraña, lo suficientemente aguda como para ser femenina, pero lo suficientemente modulada como para también ser una masculina. Era en todo caso, la voz de un niño que no superaba los 7 u 8 años como mucho.

—Está vez... esta vez si que te superaste a ti mismo— Continuó en tono de reproche

—¿Lo viste?— Le siguió la voz del alcalde

—Todos lo vieron. Pero tu eres el alcalde, y te arrodillaste ante esa zorra... como un vil animal rastrero. No me importa eso en realidad, la cosa es que... me desobedeciste

—Yo...

—¡Te dije que no te volvieras a acercar a ella!

—"¿El tipo está hablando consigo mismo?" "¿Está modulando otra voz para cuestionar sus acciones?"— Pensó Adam, atónito ante lo que sus oídos escuchaban.

—¿Por qué?

—Tu sabes porque...

—Si, lo sé. Es solo que... si tan solo supieras cuánto la amo. Yo fui su primer amor, su primer beso, su primera vez... y que ahora pase y sea tan indiferente de mi...

—Arceus... ¡¿Por qué estás tan obsesionado con ella?!

—Cuando ella me dejó, hace tantos años ya... ninguna otra hembra ha podido suplir o hacerme sentir lo mismo que ella. Sus besos, caricias, cuerpo, todo en ella, todo es tan especial y diferente a cualquier mujer en este mundo, y sobre todo en este jodido pueblo...

—Arceus...

—¿Tienes siquiera una idea de lo que es el amor?

—Claro que la tengo

—"Este tipo está completamente loco"— Pensó Adam con desagrado

—El amor...— Siguió la voz infantil que Adam suponía era el mismo

Algo que le resultaba especialmente inquietante era lo natural que esta sonaba, como si la hubiese perfeccionado ha un nivel en el que podía modular a la perfección ese extraño tono. 

—El amor es en resumen... la necesidad que tienen los seres vivos por aparearse, para reproducirse y con suerte procrear otro ser que los acompañe en su dura, pero corta lucha que supone su efímera existencia

—No tienes idea— Contestó el alcalde, esta vez con su voz normal.

—Quizá no, pero... ella, si tan solo supiera quién eres en realidad, y lo que haces, lo que hiciste... ¿Crees que te odiaría?

—En definitiva, me odiaría, y eso es algo que no puedo permitirme, yo... lucharé hasta el último momento por recobrar su amor. Ella volverá a ser mía... y solo mía

—Pues... creo que el tigre te está ganando en eso

—¿De que hablas?— Preguntó la voz del alcalde con seriedad

—Ignora lo que dije, la cosa es que... tengo un mal presentimiento sobre el

—No... ¡¿Es una broma verdad?!— Volvió a preguntar, esta vez con un tono que denotaba gran preocupación