1. ¿Susan tiene un sobrino?

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—Sí, ese es mi nombre...— Respondió al mismo tiempo que tragaba saliva—Aunque no soy tan tía que digamos... ¿Sabes?— Continuó incrédula.

—Oh, perdón jeje, soy Adam— Dijo mientras levantaba una de sus manos como saludo— No sé si me recuerdas porque no nos vemos hace mucho, pero soy hijo de bueno... mi madre, tu hermana, Malta

Susan lo meditó por un segundo. A decir verdad la existencia de Adam para ella siempre había sido algo de lo más extraño. Sabía de el, sin embargo se había distanciado tanto de su hermana que había olvidado casi por completo que tenía un sobrino. 

Si lo pensaba mejor parecía que Malta también ocultase el hecho de tener un hijo, ya que no solía hablar de el las pocas veces que la visitaba, esto incluyendo el día del velatorio.

—Wow... —Exclamó ella con sorpresa— Creo que la última vez que te vi apenas eras un Litten, ¿Sabes?

—Sí, la verdad es que no somos muy cercanos que digamos, pero somos familia... ¿No es eso lo que importa?

"Familia" Esa palabra parecía muy lejana para ella, en especial por lo que había ocurrido recientemente. Susan no se despegaba de la puerta mientras examinaba de pies a cabeza a quien decía ser su sobrino. Este cargaba consigo una pesada mochila a sus espaldas, era una de esas mochilas grandes de viaje, por lo que la incertidumbre de su visita aumentaba cada vez más.

—¿A qué se debe tu visita? — Preguntó con incredulidad 

—Pues... ¿Puedo pasar?— Preguntó el felino un poco nervioso

Dudó por un segundo, más que todo por el estado en el que tenía la casa. No tenía otra opción sin embargo, más allá de dejarlo afuera obviamente. Por lo que sin elección le dejó pasar, aunque sin muchos ánimos. 

—Siento el desorden, chico...

—Vaya... ¿Qué ha pasado aquí?

—Eso no es de tu incumbencia, solo dime a que se debe tu visita — Se apresuró a responder tomando asiento.—"¿Ni siquiera sabe lo de su prima?"— Pensó con fastidio. 

Recordó el día del velatorio. Su hermana, pese a haber asistido, alguna palabra sobre su hijo no había salido de sus labios, como si fuese algo que ocultara con recelo. 

—Pues... tía Susan, lo que pasa, es que... pues... me preguntaba si me podía quedar aquí por algún tiempo, pero...

—¡¿Algunos días?!— Le preguntó alarmada

—Algún tiempo...

—¿Y cuánto es eso exactamente?

—No lo sé, solo hasta que consiga algo de dinero. Tu sabes, buscaré un trabajo y te ayudaré con los deberes de la casa. Además creo que a este lugar le vendría bien eso, pero... algo me dice que no estás tan de buen humor para eso... ¿Pasa algo? ¿Tía...?

Susan quedó muda por unos segundos. El solo hecho de tener que explicar lo que había sucedido le resultaba de lo más hiriente. 

—Chico... — Dijo bajando la cabeza — Isabelle, tu prima, ella... ella no era una chica perfecta, ¿Sabes? Pero durante un tiempo vi como sus calificaciones comenzaban a bajar. También recuerdo haber visto una que otra herida en su cuerpo... de verdad no se si eso tuvo algo que ver pero... no se porque ella lo hizo... en verdad que no lo se. Pero un día tras llegar del trabajo yo... fui a su habitación, y... 

Se rompió por completo. Comenzando a llorar de solo recordar aquella espantosa escena. Su pequeña, sin vida, completamente fría y debajo de un charco de su propia sangre. Culpándose en todo momento por todo lo que había sucedido, sin siquiera saber exactamente el porque esto había sucedido.

—Tía yo... —Apresuró a decir, caminando hacia la Delphox y acariciando su cabeza a modo de consuelo — Lo siento tanto, en serio...

—Ahh, si perdón... — Respondió, tratando de secarse las lágrimas. —Chico, puedes quedarte, la verdad es que no tengo ganas de discutirte siquiera...

—Gracias... — Respondió este

La reacción del felino, en vez de una de tristeza o empatía, era más bien una de alivio. Su rostro reflejaba una expresión de consuelo y tranquilidad por tener un lugar en el que quedarse en vez de una en la que compartía los sentimientos de su tía.

—Está oscureciendo — Observó la Delphox por la ventana— Te voy a llevar a tu habitación, sígueme— Indicó

El felino la siguió por la sala de estar. Su casa en realidad no era muy grande o bonita, quizá era una que en comparación a las aledañas, brillaba por su reducido tamaño y notorio envejecimiento. 

Contaba con solo 7 habitaciones: una sala de estar mediana, seguida de la cocina de igual tamaño, un baño pequeño, dos habitaciones, un pequeño huerto iluminado por un gran ventanal, y una habitación final destinada a guardar las cosas que ya no se usaban. De alguna manera el sótano sin estar debajo, claro.

Después de subir las escaleras la Delphox se detuvo frente a una habitación con decoración infantil y femenino.

—S-Solo... solo hay dos dormitorios en esta casa. A menos que quieras dormir con tu tía la solterona o en la habitación llena de polvo del final... — Trataba de bromear con su sobrino — Olvídalo solo úsala, solo... solo no toques nada... ten mucho cuidado, que es lo último que me queda de tu prima... — Agregó más seria tras ver que el felino no había reaccionado ante su primer comentario.

—Gracias... — Se apresuró a decir, al mismo tiempo que metía sus cosas dentro de la habitación.

Esta estaba llena de posters, peluches y figuras destinadas a jóvenes adolescentes.

—Te dejo para que te acomodes... — Se despidió la Delphox saliendo del cuarto tras cerrar la puerta.

Una vez oyó sus pasos alejarse unos segundos, dejó su gran mochila en una esquina y se sentó en la cama, se llevó ambas manos a la cara y se dijo a sí mismo con decepción:

—Esto va a ser una mierda...

Un tanto más tranquila por aquella visita que había despejado un poco su mente se dirigió a su habitación. Una cama matrimonial estaba en el medio de la pieza, aunque solo ella dormía ahí. Sacó del closet una sensual lencería negra que usaba normalmente para dormir y que resaltaba su hermosa figura.

—¿Por qué uso esto? — Se cuestionó por primera vez, puesto que solo ella se veía usándola.

Esta vez no se la puso, simplemente la volvió a meter al armario hasta que recordó su visita, aquel joven con ella... solos en la casa. 

Al pensar en esto tomó la lencería y con un fuerte lanzallamas la redujo a cenizas. Volvió a hurgar entre sus prendas, tratando de encontrar algunas que pudiesen ser consideradas o tener algún aire erótico, y el mismo destino les siguió.

 Volvió a hurgar entre sus prendas, tratando de encontrar algunas que pudiesen ser consideradas o tener algún aire erótico, y el mismo destino les siguió

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—Esto va a ser una mierda... — Pensó con un montón de cenizas a sus pies.

Ya exhausta se echó a su cama y se quedó dormida al instante.

El sobrino de la Delphox cuya hija se quitó la life.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora