18. Mal presentimiento

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—Oye... tía...— Trataba de decir Adam mientras ella metía la llave en la cerradura de la puerta.

Ella no respondió y solo la abrió para entrar lo más rápido posible. El Incineroar incluso llegó a pensar por un segundo que le cerraría la puerta en la cara, sin embargo no lo hizo. Solo se quitó los zapatos para poder subir con más facilidad las escaleras.

—Tía... si quieres podemos hablar sobre lo que pasó allí, ya sabes... para-

—No hay nada de qué hablar, niño, solo quiero ir a tomar una siesta— Le dijo ella sin darse la vuelta.

—Tía, sé que quizá puedas estar enfadada, pero...

—¡¡Chico por favor!!— Le gritó ella con la voz entrecortada mientras se daba la vuelta.

Adam pudo ver el oscuro maquillaje corrido de sus ojos por las lágrimas.

—Ya te dije que solo quiero ir a descansar por unos minutos... ¿Tan difícil te es entender eso?— Le dijo ahora ya entre lágrimas

Este solo bajó la mirada. Vio sus pies descalzos sobre el suelo, y sus dedos sosteniendo los zapatos que se había quitado, no se había dado cuenta hasta ahora, pero en uno de esos dedos, bellos y delicados, había un anillo con lo que parecía ser un pequeño rubí en el medio. Esta al darse cuenta rápidamente se llevó la mano a su espalda.

—¿Piensas que soy una tonta también, no?— Dijo ella con la voz quebrada— Una tonta que todavía no puede superar a su marido muerto hace 15 años ¿No?

—Tía... no importa lo que esos tontos piensen sobre ti...— Le respondió avanzando un paso, a lo que ella retrocedió uno.

—Lo sé... es solo que... ahhh, estoy tan harta de esto, enserio— Dijo sin verlo a los ojos

—No importa lo que ellos piensen sobre ti... o lo que digan de ti... porque yo sé cómo eres en realidad, eres... eres mi dulce y tierna tía Susan— Dijo acariciando su cabeza

Ella lo abrazó, rodeando sus brazos alrededor de su cuello, incluso parándose un poco de puntillas para poder alcanzarlo.

—G-Gracias por tus palabras...—Dijo ella en voz queda.

—No hay de que...— Respondió el rodeando su cintura con sus brazos.

Se quedaron así por unos segundos, hasta que Susan se acordó de algo, rápidamente se despegó del abrazo y muy avergonzada se llevó las manos al rostro.

—N-¡No me mires!— Le dijo entre tartamudeos con las mejillas sonrojadas— Me debo ver como una bruja con el maquillaje todo corrido...

—¡Eso no es cierto!— Respondió Adam al instante— Para mí te ves hermosa así... te ves hermosa de cualquier modo... siempre— Le dijo tras pellizcar suavemente una de sus orejas, a lo que ella casi salta de la impresión.

—T-Te-¡¡Tengo que ir a cambiarme arriba!!— Contestó ella sin quitarse las manos del rostro y subiendo las escaleras rápidamente, todavía sostenía sus zapatos con una de sus manos mientras ocultaba su mirada de la de Adam.

—Yo también...

Este subió también, cuando estuvo en la habitación solo se echó sobre la cama para poder descansar un rato, su cuerpo se sentía muy cansado pese a que en realidad no había caminado mucho o hecho algún tipo de actividad física, solo estuvo ahí tumbado esperando quien sabe qué. 

No habían pasado ni cinco minutos cuando se levantó prácticamente de un salto. Rápidamente fue hacia el closet, intentando buscar algo que solo el sabía, cuando la encontró, no le importo el color rosa pastel y las figuras de Pokémon de tipo hada, o lo extremadamente infantil y femenina que se veía, solo la tomó y más rápido todavía, guardó dentro de esta los libros que tenía bajo la cama. 

El sobrino de la Delphox cuya hija se quitó la life.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora