Segunda Parte: familia
Punto de Vista de María
Han pasado siete años desde la última vez que vi a Ariel. Yo tenía dieciocho años cuando vine Arriba a comenzar mis estudios en medicina. Los primeros cuatro años me adiestré y aprendí todo lo necesario, estos últimos tres los he dedicado a la práctica, mi periodo aquí está por terminar. Pronto volveré a casa.
Hace un par de años fui a visitar a Ariel a nuestra antigua casa en el piso inferior, pero ella no estaba allí. Mateo y yo fuimos juntos, luego ya no quise volver a ir, porque si Ariel no estaba ahí, y no quería que me comunicara con ella ni ella quería comunicarse conmigo, no tenía caso que yo siguiera yendo a buscarla.
—¿María?
—Estoy aquí. –le digo, y camino al umbral de la entrada de la cocina, la sonrisa de mi cara desaparece cuando veo que él viene acompañado–… Hola…
—Es Teresa, venía a avisarte que saldré. –dice él.
—Mucho gusto –le digo a Teresa, pero siento la garganta tan seca, fuerzo una sonrisa–. ¿Significa eso que no debo hacer la cena? –pregunto.
—Pues no para mí. –dice él–. Iré a cambiarme.
—Si quieres puedes sentarte. –le digo a Teresa–. Yo por lo mientras iré a apagar todo en la cocina. –cuando termino me regreso donde está la invitada de Mateo.
Él aparece después de unos incómodos minutos silenciosos.
—Nos vemos, no me esperes. –dice él.
—¿Por qué tendría que esperarte? –pregunto ofendida y me doy la vuelta para ir a mi cuarto–. ¡Cierra bien la puerta! –azoto la de mi cuarto.
Estoy refundida en mi cama desde que Mateo se fue. No… yo no quería que se fuera, pero la verdad él no tiene motivos para quedarse, él y yo… él y yo sólo somos dos amigos que se conocen de la infancia y yo... esta convivencia diaria de los últimos siete años. Él siempre ha estado para mí, para todo lo que he necesitado. Pero creo que Mateo me sigue viendo como la niña que fui. Pronto volveré a mi casa y él seguirá viviendo aquí Arriba. Nada de amantes trágicos separados por la distancia.
De pronto, mi tableta empieza sonar, es una llamada entrante. Es muy tarde, me preocupa, me acerco y presiono el botón contestar. El número es bloqueado, pero cuando veo la imagen de Ariel al otro lado de la llamada, siento ganas de llorar.
—¿Ariel? –pregunto con la voz quebrada.
—Hermanita. –responde ella con el mismo tono, con la voz rota–. ¿Cómo has estado? ¿Ya terminaste tus estudios?
—He estado bien. Sí, ya estoy por terminar las prácticas y bajar. –respondo–. ¿Y tú? ¿Por qué me dejaste?
—He estado bien, también. –responde ella, sus ojos brillan, así como los míos que veo en el reflejo de la pantalla de la tableta–. Es que…yo no quería ser un lastre…
—¿Un lastre? ¿Cómo? –pregunto, sostengo la tableta con una mano para limpiarme las lágrimas que arden en mis ojos.
—¿No recuerdas mi indisposición a que subieras? Yo me conozco, María, sé que cada vez que me visitaras te hubiera hecho sentir mal. –dice ella.
—No creo que eso hubiera pasado.
—Siempre todo en retrospectiva hubiera sido mejor. –responde Ariel.

ESTÁS LEYENDO
Ciudadanos
Science FictionUn grupo de personas intenta salir de su Ciudad, un enorme edificio donde los pisos más bajos son los más pobres, no así lo más altos, hacia un mundo desconocido y peligroso, diferente del que han conocido en la Ciudad, donde la desolación y la muer...