Cuarta Parte: Fugitivos
Punto de vista de Mateo
Hace horas que Alán dejó de llorar por hambre porque Elin se ocupó de él.
No puedo dormir, porque cada vez que cierro los ojos veo a María delante de mí, sus ojos claros, su sonrisa, la vida que construimos juntos. Los ojos me arden hasta que empiezo a llorar, las lágrimas queman mientras bajan por mi cara, no puedo limpiarlas porque tengo las manos atadas atrás.
En aquel momento cuando todos los muchachos me sometieron, lo único que quería era ir tras María y traerla de regreso conmigo, importándome poco el riesgo en el que pondría a nuestro pequeño contingente.
-¿Problemas para dormir? -pregunta Rafael, que es el que está haciendo la primera guardia.
-Algo. -respondo.
-Lamento lo de tu esposa. -me dice, al tiempo que se acerca para sentarse a mi lado.
-Era uno de los muchos riesgos en una empresa como ésta. -respondo, encogiéndome de hombros para demostrar indiferencia, pero siento que mi estómago se comprime, como si me hubieran dado una patada, porque no muchas horas antes me había vuelto loco queriendo escapar para ir por ella.
-Sí, lo era. -responde él.
-Me vas a decir ahora, ¿qué hacías por los límites de Sekail?
-Mi mamá murió cuando yo nací. -dice, no sé qué tiene que ver eso con lo que le pregunté-. Y mi padre murió intentando escapar de la Ciudad. Y sin nadie que se ocupara de mí, como muchos huérfanos, me decidí por lo militar, además de que me habían metido la idea desde pequeño. Después de enlistarme, mucha gente se incomodaba con mi presencia, y no sabía por qué, yo seguía siendo el mismo.
Lo miro con los ojos bien abiertos, me recuerda lo que María me decía de los amigos de Liz.
-¿Te dijeron alguna vez por qué? -lo interrumpo.
-Nunca pudieron explicarlo. -responde, después de pensarlo un rato-. En fin, dos años después de que me enlistara, casi de inmediato me enviaron a una cacería... -sé a lo que se refiere, así que él era esa clase de soldado-, casi muero en esa ocasión, pero los que huían me salvaron la vida.
-Esa historia no responde lo que te pregunté.
-Siempre hay gente saliendo de la Ciudad, por las razones que sean y hay un grupo como de cazadores persiguiéndolos, si no hubiera habido unos fugitivos, yo estaría muerto. -comenta él, suspira-. Yo los ayudo y los rescato.
-¿Entonces estabas buscando fugitivos? -pregunta.
-Algo así. -responde-. Aunque estoy muy lejos.
-¿Entonces por qué empezar una travesía así de larga y peligrosa?
-No lo hacía para buscar refugiados, que si los encontraba, los hubiera ayudado. -responde él-. Sin embargo, venía por motivos un poquito egoístas.
-¿Egoístas? -pregunto yo.
-Sí, buscaba a unas personas para llevarlas con una amiga.
-¿Cómo sabías que querrían ir contigo?
-Ustedes vinieron, ¿no? -pregunta él, con una sonrisa.
-Sí, pero nosotros ya habíamos resuelto hacerlo. -respondo-. María y yo teníamos años pensándolo. Si fuera tan fácil como que tú te aparecieras y nada más, mucha gente ya se hubiera ido contigo.
-En eso tienes razón. -sonríe-. No todos tienen los huevos para salir.
-Supongo que no encontraste a las personas que buscabas.

ESTÁS LEYENDO
Ciudadanos
Science FictionUn grupo de personas intenta salir de su Ciudad, un enorme edificio donde los pisos más bajos son los más pobres, no así lo más altos, hacia un mundo desconocido y peligroso, diferente del que han conocido en la Ciudad, donde la desolación y la muer...