1.- Regreso

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La mañana era muy fría en la ciudad, el regreso a clases tenía a casi todos de buen humor

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La mañana era muy fría en la ciudad, el regreso a clases tenía a casi todos de buen humor. Viajes y anécdotas eran los temas de conversación entre todos los estudiantes. Ya era el penúltimo año para Sofía y sus compañeros, eso significaba que se acercaba la elección más difícil para todos: la universidad.

Una chica de cabello color marrón claro, el cual tenia algunos rulos, de tamaño bajo, blanca como la leche y muy coqueta, volteó a ver a Sofía con alegria. Ambas corrieron a darse un abrazo al verse.

—Te extrañé durante las vacaciones —comentó Laura Urrieta, la mejor amiga de Sofia. La felicidad de ella sobresalía de sus ojos.

—También yo, jamás nos habiamos distanciado tanto.

Laura afirmó con un gesto. 

—Hey, Sofía, ¿recuerdas a Lex?

—¿El chico que te escribió por la tarea de matemática?

—Así es, bueno, no sé como decirlo...

Ella se detuvo a ver a su amiga, se preocupó al escucharla hablar de esa forma tan misteriosa.

—¿Qué sucedió? ¿Te hizo algún daño? 

Ambas se sobresaltaron cuando sintieron que alguien las abrazó por detrás. 

—¿Qué hacen pequeñas solteronas? —preguntó Alejandro Jones. Un chico de cabello corto, color negro, de piel morena clara, cinco centímetros mas alto que Laura.

—¡Oye, Alejandro! ¿Qué te sucede?

—Merezco un saludo formal, Laura. Ambas me extrañaron estos meses.

—No podía faltar nuestro amigo... —Sofía puso su ojos en blanco.

—Corrección, su mejor amigo. Descuiden, las recordé siempre mientras estaba en las Bahamas, tomando un poco de sol en la playa, mirando el extenso océano.

—¿Podrías callarte? Estoy contando algo importante.

—Está bien, inicia de nuevo, mi horriblemente hermosa amiga.

—Of. Como decía, Lex...

—¿El raro que estuvo enamorado de ti hace meses?

—Sí, Alejandro. ¿Puedo continuar? 

—Adelante.

—Bien. ¡Me invitó a una cita!

—¿En serio? ¡Sí! —gritó Sofía, saltando de la alegría junto a la chica.

Alejandro se echó a reir.

—Genial, pensé que terminarías siendo la señora de los gatos. Sofía, creo que te otorgaré el título a ti.

Ella suspiró y tosió. La chica no tuvo palabras para contestar lo que decía su amigo, sabía que era cierto.

—Ese título es para ti y para mí, ¿o acaso tienes a alguien de quién no sabemos? —preguntó Sofía.

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