39.- Nosotros

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Sofía llegó a su cuarto y le entregó a Laura y a Alejandro un cupcake a cada uno. Se sentó junto a ellos y preguntó:

—¿Entonces, sí te irás?

Alejandro, muy triste, contestó:

—Sí, mañana es el último día que estaré con ustedes.

—No —dijo Laura —, no será así. Sofía y yo estaremos en tu casa antes de que te vayas al aeropuerto.

—Es cierto, además, mañana es nuestro último día de clases. La pasaremos muy bien.

El chico suspiró y comentó:

—No puedo creer que me vaya a alejar de ustedes. No me puedo imaginar en otros país que no conozco, solo, sin ustedes dos.

—Yo tampoco sé que haré sin ti —agregó Sofia —. Eres mi mejor amigo y siempre lo serás —soltó algunas lágrimas.

— Te extrañaré mucho. No sé con quien más voy a discutir y a llevarle la contraria —Laura tomó la mano de su amigo —. Cuenta conmigo siempre, Alejandro.

El chico, al ver como sus dos amigas lloraban, él también lo hizo, no pudo contener sus lágrimas.

—Gracias, a las dos, han sido de gran ayuda en mi vida. Ambas... Me han ayudado a salir de la soledad en que vivo —secó sus lágrimas.

Los tres se abrazaron, con mucha melancolía.

Al rato, Alejandro conversaba con Laura sobre todas las cosas que podría visitar en Budapest. Sofía, por su lado, revisaba su teléfono, en espera de que Gadiel contestara sus mensajes. Desde la noche anterior no sabía nada de él. Casi siempre, por las noches, Gadiel llamaba a la chica.

—¡Sofía! —gritó Laura.

Su amiga seguía mirando su teléfono.

Alejandro caminó hasta ella le gritó al oído:

—¡Sofia! ¡¿En dónde estas?!

Ella, se asustó y gritó.

—¿Por qué me gritas?

—Laura y yo te estamos llamando desde hace rato, parece que andas en otro mundo.

—Lo siento, sí, me distraje un poco.

—¿Sucede algo? —preguntó Laura.

—No... Bueno, sí. Desde anoche no sé en donde está Gadiel.

—Quizás esté ocupado, solo ten paciencia —comentó su amigo.

—Sí, eso pensé.

—Tengo una idea, ¿por qué no vamos mañana a la feria? —propuso Alejandro —. No sé, me gustaría estar ahí en mi último día aquí.

Laura y Sofia sonrieron. Aceptaron de inmediato.

Sofía miró su teléfono de nuevo y guardó silencio.

—Tengo que irme a casa, nos vemos mañana en la escuela —abrazó a las dos chicas —. Me encantó estar con ustedes hoy.

***

Alejandro caminó hasta su casa. Sus padres no se encontraban en ella; su padre, estaba en Milán; su madre, estaba con unas amigas a unas horas de la ciudad. El chico llegó a su casa y antes de meter la llave en la cerradura, escuchó un silbido detrás de él. Rápidamente se volteó para ver quien era.

—¿Henry? ¿Qué haces aquí?

—Vine a hablar contigo.

Antes DeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora