12.- El chico misterioso

25 3 0
                                    

Sofía llegó al salón de dibujo y se sentó en su lugar. Mientras sacaba sus cosas de su mochila, una sombra pasó y sintió que alguien se sentó al lado, era Gadiel. La chica no sabía que hacer, fingió seguir buscando algo que no iba a conseguir.

—Hey, ¿Cómo estás?

Sofía no lo miró, siguió en su búsqueda falsa.

—Estoy bien —dijo ella, con un tono molesto.

El chico no dijo nada. Se extrañó de la forma en que actuaba Sofía.

—He llegado a tiempo para la clase —soltó algunas risas para tratar de acabar con la incomodidad que se presentaba.

—Me alegro.

—¿Qué buscas?

—Algo que no encuentro.

—¿Algo como qué?

—Una escuadra.

—Tengo una, te la puedo prestar.

—No es necesario —se negó, dejando su mochila a un lado y miró hacia el pizarrón —no acostumbro a tener cosas de desconocidos, sin ofender.

Gadiel frunció el ceño y continuó viéndola mientras que ella no se atrevía a mirarlo.

—Ayer te ví en el cine.

—Que bueno, yo no.

—¿Segura?

—Segura.

—Crei que estabas en la fila de atrás.

La chica se quedó en silencio por un instante.

—Quizás estabas confundiendome con otra persona

—Pero, estabas también en el cine, ¿no?

—Sí.

—¿Qué viste?

—Una película.

—Es obvio. Quiero decir, ¿cuál fué la película viste?

—Era de terror.

Él sonrió.

—Sí, eras tú, estabas detrás de mí.

—Quizas —encogió sus hombros.

—Sofía, Gadiel, ¿Podrían hacer silencio? —reclamó Sebastian.

La chica puso sus ojos en blancos y lo miró.

—¿Ya ves lo que haces? —susurró.

—Yo no hice nada.

—Sí.

—No.

Ambos apartaron sus miradas y se quedaron en silencio por un rato.

—Bueno, Gadiel. ¿Me ayudarás con la actividad? ¿O te quedarás interrogandome?

—Te ayudaré con los polígonos regulares, tú encárgate de hacer los polígonos irregulares.

—No, déjame a mi los polígonos regulares, tú has los irregulares.

—Eso tiene un precio.

Sofía lo miró inmediatamente a los ojos.

—¿Oh, sí?

—Iremos por unos helados al salir de aquí.

Ella miró a la ventana y volteó a verlo de nuevo.

—El día está muy frío para eso.

—¿Y qué?

—Estamos a diez grados. ¿Es enserio?

Antes DeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora