20.- Amor y odio

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Sofía entró al colegio y caminó hasta el salón B-14. Era hora de la clase de química. Sabía que Ana y Gadiel estaban ahí, no miró a los lados y se sentó junto a sus amigos.

—¿Qué tal, chicos?

Ambos se sorprendieron al verla y la abrazaron.

—Te extrañé muchísimo —comentó Laura.

—No le creas, pasó todas las vacaciones de pascuas con Lex.

—Alejandro, cállate.

Sofía se echó a reír.

—Ya extrañaba sus peleas, chicos —sonrió.

—¿Puedes contarnos que sucedió en Londres? —preguntó Alejandro.

—Bueno...

La profesora se acercó y les entregó una hoja con fórmulas a los tres.

—Les pasaré una hoja con ejercicios, tendrán tiempo hasta que suene la campana —indicó.

—Hablaremos de eso más tarde —susurró Sofía.

La chica trataba de no mirar a Gadiel, sentía como él y Ana hablaban de ella. El ambiente en el salón de clases estaba comenzando a ser un poco incómodo. Laura y Alejandro se mantenían distraídos con los ejercicios.

Sofía vió el reloj en la pared, habían pasado solamenre veinte minutos, la hora se había puesto en contra de ella, cada minuto pasaba muy lento.

La puerta sonó, alguien entró al salón, todos voltearon hacia la entrada. El coordinador se encontraba ahí, no parecía muy alegre. La profesora dejó a un lado sus cosas y salió del salón. 

Todos empezaron a hablar.

Gadiel se levantó y caminó hasta donde estaba Sofía. Ana se quedó en la mesa, sonriente, esperando con muchas ganas ver lo que sucedería. 

Se detuvo frente a ellos, justo delante de Sofía.

—Sofía.

Tenía una cara de decepción e impotencia.

Los tres se quedaron viéndolo.

Ella lo miraba con temor.

—¿Estás feliz con lo que hiciste?

—¿Qué? ¿Acaso te sigues creyendo eso?

—Yo creo lo que me dijeron —la interrumpió de golpe —. Y me dijeron que lo hiciste tú.

—Por favor, Gadiel, ya te dije que no hice nada.

—No es el mejor momento para hablar de esto, ¿sí? Es mejor que—

Gadiel no dejó a Laura completar la frase y prosiguió:

—No hay nada de que hablar.

Miró a Sofía, hizo un gesto de decepción y se retiró. 

Los tres se quedaron fríos, sin nada que decir sobre lo que había sucedido.

La profesora entró de nuevo al salón.

—Muy bien, chicos, espero que hayan adelantado un poco de trabajo.

*Ring, ring*

—¿Podemos hablar sobre lo que sucedió con Gadiel?

—¿De qué hablaremos, Alejandro? Es obvio que odia a Sofía.

—Ni siquiera hice algo para que me odie de esa forma —aclaró ella.

Sofía abrió su bolso y sacó su almuerzo. 

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