14.- Invitación

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—¡Terminé!

—¡No es justo! Sofía, escogiste las piezas más fáciles de representar —se quejó —. No soy para nada experto.

—¿Dices que yo soy una experta?

—Sí —la miró riéndose con una sonrisa pícara.

*Ring ring*

—Deben entregarme los dibujos en la próxima clase, de lo contrario, quedarán aplazados.

Todos voltearon a ver a Sebastián con asombro.

—Es broma, pero si deben entregar sus dibujos la próxima clase —reía.

Los estudiantes salieron molestos del salón.

Sofía metió sus cosas en la mochila y se la puso. Gadiel salió del salón junto a ella, nervioso y ansioso, necesitaba contarle y preguntarle algo importante.

—Hey, Sofía.

—¿Qué sucede? —lo miró, preguntándose a sí misma que había hecho.

Acomodó el cuello de su camisa y contestó.

—En dos días cumpliré años, bueno, quería decirte si querías ir a mi fiesta.

Ella quedó sin palabras.

—Oh, claro, me encantaría estar allí.

—Genial. Puedes llevar a tus amigos.

La chica sonrió ampliamente.

—¿Lo dices enserio?

—Sí, por supuesto, ¿por qué no?

—Digo, no los conoces y...

—No te preocupes, sé que son buenas personas —comentó —. Solo, manténlo en secreto, no quisiera que Billy y su grupo se enteren, arruinarían todo. Prométeme que no dirás nada —insistió —, ¿lo prometes?

—Lo prometo, no diré nada. Exagerado.

—Bien —dijo satisfecho, soltando algunas risas —. Será en Somoot, ¿Sabes dónde queda?

—Sí, claro.

—Genial, te espero en la noche, después de las siete.

—Allí estaré.

Ambos llegaron a la salida, a un lado estaban los amigos de Sofía y hacia el otro estaban los amigos de Gadiel, todos ellos voltearon a verlos, se quedaron sorprendidos. Gadiel y Sofía se despidieron y cada uno se separó.

Gadiel, sonriente, caminó hasta donde se encontraban sus amigos. Ana fingió una sonrisa, Antonio y Andrew no dijeron nada.

—¿Que hacías con la rarita de Sofía? —preguntó Ana

—Estamos juntos en la clase de dibujo, lo sabes.

Ella cruzó sus brazos y apartó la mirada.

—No te sigas juntando con esa, dirán que también somos parte de esos raros.

Gadiel frunció el ceño.

—Oye, no encuentro el verdadero problema de que hable con Sofía, no lo entiendo, de verdad —dijo con un tono de voz alto —. ¿Acaso te preocupa tanto de lo que diga la gente?

Antonio y Andrew solo observaban, miraban de un lado al otro, como si se encontrarán en una partida de tenis.

—Sí, porque no quiero que me comparen con los raritos, ese es el verdadero problema.

—Entonces búscate otro grupo, Ana.

Antonio se metió entre ambos para cortar la tensión, el enfado de los dos estaba aumentando, llegar al límite sería un completo desastre.

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