41.- Decisión

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—Una fuga de gas —comentó unos de los bomberos —, por suerte no fue tan grave.

Gadiel escuchaba desde la ambulancia.

—Lo mejor es que no habiten la casa por unos días mientras se haga una inspección —continuó —. El chico era quien estaba más cerca del lugar de la explosión, por esa razón fue que salió afectado. Pero, él está bien.

Ana corrió rápidamente hasta donde estaba él y lo abrazó.

—¡Gadiel! ¿Estás bien? ¿Te lastimaste mucho?

—Ana, estoy bien —dijo un poco adolorido y aturdido —. Hubo una fuga de gas y bueno... Ya sabes, kabum —sonrió.

Ella observó la mano de él y preguntó:

—Tu mano está vendada.

—Sí, me duele un poco, pero solo fue el golpe que recibí cuando salí volando contra la pared.

—Nos vamos a casa de Simon, Gadiel —dijo su madre mientras arreglan los daños en la casa.

—Esta bien, mamá.

—Bueno, mi madre me espera ya en el auto, debo irme, te veo luego, ¿sí?

—Esta bien, gracias, enserio. Me gusta mucho de que hayas estado aquí, conmigo.

Ana le dio un abrazo de despedida y un beso en la mejilla.

—Gadiel, siempre estaré contigo en las malas y en las buenas.

Él sonrió y agradeció nuevamente.

***

Sofía, junto a Laura, salió de casa muy temprano para despedirse de Alejandro antes de que el chico se fuera al aeropuerto. A dos calles antes de llegar, Lex se unió a ellas.

—¿Sofía,  qué llevas ahí en tu mano? —señaló Lex.

—Un obsequio para Alejandro —dijo ella —. Es una foto que los tres nos tomamos hace años durante su cumpleaños.

—¿El cumpleaños en donde te comiste 5 helados? —preguntó Laura.

Sofía se echó a reír.

—Así es.

Lex no pudo contener su risa tampoco.

—No puedo creer que ahora solo seremos tres —comentó Laura —. Me duele mucho que Alejandro se vaya. No pensé que íbamos a separarnos de esta forma.

—No te preocupes, amor —Lex tomó la mano de la chica —. Al final, todo estará bien.

Al llegar a la casa de Alejandro, Sofía se adelantó y tocó la puerta varias veces. No obtuvo repuesta al momento. Miró a sus amigos y volvió a tocar la puerta, pero unos segundos después alguien abrió la puerta. Todos quedaron paralizados.

—Buenos días—dijo una señora mayor con cabello canoso, parecía agotada —. ¿Quiénes son ustedes?

Sofía y Laura notaron algo raro, la señora que tenían frente a ellas jamás la habían visto en esa casa. Sofía pensó en que quizas era la nueva señora de servicio, así que inmediatamente habló:

—Buenos días, estamos buscando a Alejandro, ¿podría decirle que Sofía está aquí? Somos sus amigos.

La señora suspiró.

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