Siento una mano helada tocar mi rostro. Escucho una voz que repite mi nombre, pero no logro reconocerla. Siento un frío dolor recorriendo mi cuerpo y sobre todo mi espalda, como un ardor agonizante que parece nunca desvanecerse. Estoy temblando, quiero llorar, pero no puedo hacerlo, un nudo asfixiante en mi garganta me lo impide. De un momento a otro, puedo sentir como si alguien me levantara, pero no puedo ver su rostro, es solo una silueta difuminada, con una mancha roja en la frente. Parece mirarme, y entonces, escucho su voz distorsionada.
Esto es mi culpa.
Despierto agitada, sintiendo un dolor imaginario en mi espalda, pues al sentarme en la cama y tocar mi cicatriz, no hay dolor físico. Toco mi frente con ambas manos, y después halo mis cabellos, observándome en la oscuridad. Ahora puedo soportarla, pero los primeros años después de que me encontraran en aquel lugar, no era capaz de dormir sin las luces encendidas, me llevó mucho tiempo superarlo, aunque claro, siempre hay secuelas. Mi ventaja fue, que mi memoria había bloqueado esos días, de alguna manera, mi cerebro decidió colocar un muro, donde no era posible ver más allá. Lo agradecía, pero también, siempre me he preguntado, ¿Por qué mi padre nunca dice nada? Sé que había alguien más conmigo, pero él, siempre evade el tema.
-Maldita sea-
Murmuro al ver la hora en mi reloj, son las 02:33 A. M.
Me levanto de la cama y salto un poco al sentir el piso frio. Sacudo la cabeza negando, caminando hacia la cocina, donde saco una botella de agua de la nevera, bebiéndola completamente, hasta que mi pecho duele por no haber respirado. Sentada en el banco, ante la isla de la cocina, miro mis dedos, tiemblan y tengo que cerrar las manos fuertemente para controlarme. Desesperada y frustrada, comienzo a golpear mi frente con mis puños, conteniendo el grito que quiero emitir.
Ya sé que ese momento fue horrible, pero quiero recordar, quiero ser capaz de superar completamente las pesadillas provocadas por el trauma, lo necesito, o de otra manera, nunca más podré pisar la nieve. Por esa razón me quedé en National City, aquí siempre el sol brilla, pero, quiero ser capaz de ver la escarcha blanca para Navidad, necesito recordar. Repito una y otra vez, golpeando mi frente, hasta que siento dolor en esta zona y también, en las palmas de mis manos. Al abrirlas, veo la sangre a causa de los cortes provocados por mis uñas. Ahora me arrepiento de no haberlas cortado ayer.
Voy hacia la sala, sentándome en el sofá junto la ventana, abriendo el cajón de la cómoda, sacando el corta uñas, tal vez sea tarde para hacerlo, pero prefiero distraerme con esto. Mientras llevo a cabo esta tarea, trato de pensar en el trabajo, en las reuniones que tengo en unas horas, lo cual inevitablemente me lleva a pesar en Kara. Detengo mi acción, recordando como golpeada su frente esa noche, y me pregunto, ¿Ella también sufrió algo parecido como yo? Quizás algo referente a su vida antes de los Danvers. Kara no conoció nunca a sus padres, y jamás ha tenido la intención de encontrarlos, el rencor que siente por ellos al dejarla en ese orfanato, le es suficiente para ver a Eliza y Jeremiah como sus legítimos padres, y ciertamente, ellos son una bendición en su vida, aunque claro, venían con la podredumbre de Alexandra.
Kara siempre está de buen humor, quizás ella sí pudo superar mejor que yo lo que pasó, ese suceso que vive en su entrecejo como una cicatriz. O simplemente es más fuerte, lo cual tiene sentido. Termino de cortar mis uñas y guardo el objeto nuevamente en el cajón, contemplando la ciudad desde esta altura. Hasta que horas más tarde, puedo ver el amanecer, y sonrío al escuchar las puertas del ascensor abrirse, observando a Kara salir, mientras revisa las bolsas con el desayuno, y dejo sonar mi risa, al verla detenerse de golpe, mirándome con incredulidad.
- ¿Te vas a quedar ahí cómo estatua? — Cuestiono, sin dejar de reír,
- ¿Qué hace despierta tan...? — Mira la hora en su reloj — Temprano-
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¿Quién soy...? Sin Ti
RomanceEllas han sido jefa y asistente por siete años, se conocen perfectamente, y aunque todos creen que hay algo más por esa conexión, realmente son un excelente equipo. Una es el cerebro y la otra es el rostro que cierra los negocios, un par sinigual, q...