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¡¿QUÉ DEMONIOS ESTÁ PASANDO?!

Es lo que grita la voz en mi mente en este momento, pero, yo soy incapaz de moverme, sigo sin poder procesar las palabras emitidas por esos labios que devoran una hamburguesa jumbo como si fuera una simple golosina. Dioses, Lena.

¡No es momento de pensar en cuánta comida puede ingerir la maldita que te abandona!

¿Cómo puede hacerme esto e irse tan fácilmente?

¿Acaso no le afecta?

¿Y qué es esa estupidez de casarse?

¿Acaso quien despertó después de la cirugía es otra Kara?

¡NO ENTIENDO NADA!

-Señorita Luthor — La voz de Alan me trae de regreso a la Tierra — Seño...-

- ¿Dónde está Kara? — Pregunto rápidamente.

-Oh, ella me dijo adiós y se fue a...-

- ¿Viste hacia dónde se fue? — Lo tomo de las solapas de su abrigo y él asiente lentamente — Vamos tras ella — Ordeno, soltándolo y apresurándome a la puerta.

-Pero, señorita...-

- ¡Muévete hombre! –

- ¡De acuerdo! –

Los siguientes minutos es una persecución en donde Alan me mira aterrado al amenazarlo con tirarlo del auto si no alcanza a Kara. No puede ir muy lejos y tengo que detenerla antes de que llegue al aeropuerto, porque ese es el rumbo que tomó, maldita rubia astuta. Y por supuesto, Alan no pudo llegar a tiempo a pesar de acelerar, no entiendo cómo llegó tan rápido sí nosotros usamos la vía privada de los Luthor.

-Puedo... — Alan me mira, temeroso — ¿Puedo saber qué ocurre con ustedes? –

-Kara renunció-

- ¿Qué? — Él también está sorprendido — Pero, ¿Por qué? –

-Es la misma pregunta que llevo haciéndome desde que salimos de mi Pent-house, porque no creo en sus excusas baratas de que quiere casarse, hay algo más en todo esto-

- ¿Casarse? — Me mira con incredulidad — ¿Kara? –

- ¡¿Verdad?! ¡Ni tú le crees! — Exclamo, moviendo mis manos — ¡Esa perra no nació para casarse! –

-Ciertamente no — Sonríe sin poder creerlo — Quiero decir, las he visto pasar de chica tras chica por siete años, ¿Por qué ahora dice eso? –

-Dice que el haber estado tan cerca de la muerte la puso a pensar en que Eliza tiene razón, debe sentar cabeza, madurar y encontrar a una mujer que la cuide cuando resulte herida y que permanezca a su lado hasta que sea anciana — Recito su estupidez — ¿Puedes creerlo? –

-Oh... — Mira al frente, pensativo.

- ¿Oh qué? –

-Bueno... — Tamborilea los dedos en el volante — Tiene sentido si lo piensa, estuvo a punto de morir, la bala casi atraviesa su corazón, creo que puede ser verdad — Lo miro, frunciendo mi ceño — A veces, cuando las personas pasan por momentos así, tienen una especie de epifanía-

-Entonces, dices que la mujer que con solo decir hola se lleva a la cama a una mujer, ¿Realmente quiere casarse? –

-Tal vez — Se encoge de hombros — Y ya que trabaja demasiado, sabe que no podrá encontrar a la mujer que quiere si continúa así, entonces, tiene sentido que quiera su espacio, que quiera madurar — Sonríe levemente — Creo que es algo que jamás esperamos de ella, pero, sabíamos que pasaría, ¿Cierto? –

¿Quién soy...? Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora