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¿Por qué quieres internar a mi hija en un hospital psiquiátrico?

Lillian, ella no está bien y...

No, mi hija no será enviada a un lugar así, ella sólo está asimilando lo que...

¡Estuvo a punto de arrancarse el cabello!

¡No me quitarás a mi hija!

Entonces, ¿Qué haremos si ningún psicólogo puede ayudarla?

Lena no recuerda nada, sólo necesita tiempo para sanar su mente y nosotros debemos ayudarla no unos malditos enfermeros que la tratarían mal, así que ella irá conmigo a Londres y tú puedes quedarte aquí a decir estupideces.

Al abrir los ojos me encuentro sola en la cama y al acaricia el lugar de Kara puedo notar que hace mucho se levantó. Exhalo mientras observo el techo para concentrarme en mis recientes recuerdos. Esa noche mis padres discutieron y entonces nos mudamos a Londres. Mi madre y Catherine no se alejaron en ningún momento, estuvieron junto a mí ayudándome a sanar hasta que un día las pesadillas no me volvieron a afectar. Mi padre, él sólo me veía en silencio sin saber cómo tratarme y no lo culpo o le guardo resentimiento, fue educado por una mujer fría como lo era mi abuela a quien poco le importaba su único hijo. Entonces, quería resolverlo de una manera lógica, pero yo no necesitaba la lógica, no, yo necesitaba el amor de mi mamá y también el de mi papá y aunque no pudo demostrarlo completamente, estuvo a mi lado acariciando mi cabello.

Me siento en la cama y miro a través de la ventana el cielo azul que siempre distingue a Midvale, es agradable despertar en esta tranquilidad y no escuchar nada más que a los animales de la granja o el graznar de las aves. Acomodo mi cabello a un lado para tocar mi cuello el cual duele un poco y cuando estoy por bajar de la cama, Kara ingresa a la habitación secándose las manos con un trozo de tela y frunzo el ceño al ver el color negro en sus uñas.

- ¿Qué pasó? — Pregunto, conteniendo un bostezo.

-El tractor tuvo una pequeña falla así que me hice cargo-

-Oh, temía que la cabra te hubiese empujado de nuevo — Bromeo y ella vira los ojos sonriendo.

-Nunca me dejarás olvidarlo, ¿Cierto? –

-Ni siquiera yo puedo — No puedo evitar reír — Fue tan divertido ver cómo te empujaba por el trasero — Ambas reímos ahora — No debiste intentar atrapar a su bebé de esa manera tan brusca-

-Lo sé, supongo que la ciudad me afectó demasiado — Suspira recargándose en el marco de la puerta — En fin, ¿Tienes hambre? Hice huevos con salami-

-Esperaba algo mejor en el día que te toca cocinar — Digo al levantarme e ir hacia el baño seguida de ella — ¿Ya no tenemos ingredientes? –

-Que exigente eres — Dice al otro lado de la puerta en cuanto la cierro.

-Dice la mujer que puso demasiadas condiciones para aceptar un matrimonio — Después de asearme y cambiarme abro la puerta encontrándome con ella limpiando sus uñas — No tienes moral pare recriminar mi exigencia cuando yo he preparado albóndigas-

-Sí, sí, ya entendí — Levanta las manos en señal de rendición — Por cierto, Eliza comienza a preguntar por qué sigues aquí después de tres semanas-

- ¿Y qué le dijiste? –

-Que estás tomando unas largas vacaciones, claro que no me creyó porque tiene este súper poder de saberlo todo con solo mirarte como cualquiera mamá, así que necesitamos ponernos creativas o decirle la verdad-

-Yo estoy más que de acuerdo en decirle la verdad — Me encojo de hombros y vamos hacia las escaleras.

-Claro, y entonces se aliará con la señora Lillian para casarnos — Eso me hace reír — Entonces tú ganarías-

¿Quién soy...? Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora