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El tiempo me enseñó a no perder nunca la ilusión Pero la edad también me advirtió a no confiar tanto en ella, no. Me enseñó que la soledad es una sádica criminal. Y los recuerdos son aun peor que una bala en el corazón.

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Años atrás...

Todo lo que puedo ver es un cabello rubio ondeando frente a mí.

Unas botas rojas para la nieve dejando huellas que debo seguir.

El aire helado golpeando mis mejillas que casi ya no siento.

Y este miedo inmenso sofocándome.

¡Deja de seguirme Lena!

La escucho gritarme mientras intenta alejarse, pero yo me niego a acatar esa orden, nunca me ha gustado que me digan lo que debo hacer cuando es claro que necesito intervenir, incluso a esa edad ya lo sabía.

¡No te dejaré sola!

¡No seas tonta Lena!

¡Más tonta por creer que esto me detendrá!

¡Entonces apresúrate!

Ella se detuvo para tomar mi mano y recuerdo haber sonreído ampliamente a pesar de que aquellos hombres nos seguían como perros rabiosos. Sin embargo, no fuimos lo suficientemente rápidas o quizás yo ralenticé a Kara, creo esa es la respuesta correcta para ser atrapadas cuando unos hombres saltaron sobre bardas hasta alcanzarnos y cubrir nuestras bocas con sus sucias manos.

Cuando despertamos nos encontrábamos en un cuarto pequeña y sucio, lleno de telarañas, objetos viejos y ventanas con vidrios rotos. Yo estaba confundida, pero ella se veía furiosa mirando hacia el frente como si los muebles con hollín fueran lo más interesante del mundo hasta que me di cuenta que sólo estaba odiando en silencio. Nuestras manos y pies estaban atadas con sogas nuevas, aunque si provocaban dolor.

-Kara...-

-Todo es mi culpa-

-No, es mi culpa por correr lento-

-No, no es así-

- ¿Quiénes son ellos y por qué están detrás de ti?

-Prefiero no decírtelo-

- ¿Por qué?

-Porque te decepcionarás de mí-

- ¿Por qué me decepcionarías? –

-Porque yo no soy quien crees-

- ¿Y quién eres? –

-Yo... — Susurró — Alguien que se considera mala-

Acarició mis manos y trato de sonreír para hacerme sentir mejor, y funcionó los primeros días hasta que comenzamos a agotarnos y tener hambre. Los hombres al otro lado de la puerta nos traían sobras de sus alimentos y agua que no parecía limpia. No quería comer algo así pero cuando nuestros estómagos dolieron por el hambre no tuvimos más opción.

No sé si deba agradecer que no nos hayan tocado indebidamente, porque lo que hicieron fue quizás aún peor. Una semana había pasado y parece que comenzaron a perder la paciencia por lo que tomaron primero a Kara darle golpes en la espalda con un cinturón y le hacían preguntas sobre dónde estaba alguna cosa, ella solo tensaba la mandíbula y nunca les respondió. Y viendo cuán importante era para ella me hicieron lo mismo, pero con una soga, entonces Kara les dijo el lugar donde ocultaba ese sobre.

¿Quién soy...? Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora