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—05:00 A. M. —

>>>CANTO INSESANTE DEL GALLO<<<

- ¡Apaga ese aparato del demonio! — Cubro mi cabeza con la almohada.

-No se puede apagar a un gallo, Lena — Abro los ojos, encontrándome con el gesto burlesco de Kara — Arriba, tenemos cosas que hacer-

- ¿Qué hora es? –

-Cinco en punto — Emito un quejido — ¿Qué? Sí te molesta...-

- ¡Ya voy! — Exclamo, empujándola, pero rápidamente me arrepiento al sentir dolor — Demonios, como duele — Doblo y extiendo mis brazos, sintiendo que me falta el aire — Mis brazos pesan como si trajera bolsas con piedras-

-Oh, eso se debe a que ayer hiciste mucho ejercicio — Ríe, levantándose de la cama — Hay medicamento en el baño-

-No había sentido un dolor así desde que aprendí a montar — Toco mi cuello, oyéndolo crujir — Mierda-

-Ouch, eso debe doler — Arruga la nariz, sonriendo y quiero golpearla — ¿Quieres que te lleve al aeropuerto? –

-Antes te arrojo debajo del avión — Logro ponerme de pie, aunque mis piernas me duelen — Ahora quítate de mi camino-

Ella sigue riendo, y se hace a un lado para permitirme salir de la habitación. Cuando estoy en el baño, lavo mi cara y dientes, trenzando mi cabello. No puedo sacar de ese maldito pozo para bañarme ahora, sobre todo cuando la idiota quiere que atrape una gallina, si cree que es tan fácil deshacerse de mí, le demostraré cuán equivocada está.

- ¿Lista para la cacería? — Pregunta al entrar al baño.

-Por supuesto, idiota-

Regreso a la habitación y busco ropa en su closet, así que elijo una camiseta gris, franela de cuadros y unos vaqueros que, aunque me quedan un poco grandes, servirán para mi primer ejercicio del día. Tengo que ajustar lo más que puedo las botas y al salir, me encuentro con ella dejando el baño, para mirarme con sorpresa.

-¿Qué? No traje ropa, así que deberás llevarme a comprar más tarde-

-No, no es...-

-No importa, iré por tu tonta gallina-

- ¿Gallina? — La escucho decir y después sus pasos resuenan tras de mí — ¡Lena, espera! –

-No, no caeré en tu trampa-

- ¡Lena! –

Sigo caminando, y al salir de la casa cierro la puerta tras de mí, logrando que su rostro reciba el portazo, y disfruto tanto oír su quejido de dolor, espero que con eso cierre la boca algunos segundos o minutos. Al llegar al lugar donde están estos seres del mal, recuerdo que Catherine me hablaba sobre la granja donde vivió durante un tiempo y el cómo alimentaba a los animales, así que, al ver el saco de alimento, con la pequeña pala tomo un poco y lo riego en su recipiente o lo que sea. De inmediato comienzan a correr y alimentarse, así que esta es mi oportunidad.

Lentamente las rodeo e inspecciono a cada una, necesito saber cuál es la indicada y me detengo al ver a la más grande, aunque no sé si esto sea correcto, según recuerdo, Catherine decía que las gallinas grandes no siempre son las mejores pues a veces se ven así por el plumaje, así que con las manos en la cintura, sigo observándolas, pero no me queda demasiado tiempo, cuando escucho los pasos de Kara nuevamente, así que entrando en desesperación, intento tomar la penúltima y por supuesto no funciona, ya que todo lo que hago es asustarla y verlas esparcirse en el patio.

-Mierda — Doblo mis mangas y quito el mechón de cabello que estorba en mis ojos — Muy bien, aunque tenga que correr tras ustedes, a la primera que capture será la comida-

¿Quién soy...? Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora