Juan José lll

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A día de hoy, casi 500 años después, los del norte nos siguen culpando a nosotros. Pese a los esfuerzos de mi padre y de mi abuelo años atrás, que intentaron desmentir esa falsa realidad por todos los medios, esos bastardos siguen sin creernos.

Mi abuelo, un gran hombre según mi padre, murió asesinado al visitar la capital del norte, para hablar con su gobernador y explicarle lo que pasó en realidad.

Mi padre pensó que necesitaría una buena posición política para hacerles entender que se equivocan, por lo que entrenó muy duro y se hizo comandante. Tras vencer a los del norte en la batalla de Júcar, el rey Felipe le entregó unas tierras cerca del lugar, y mi padre construyó una gran casa y formó una familia. Nos manteníamos gracias a la caza, los cultivos y el intercambio. Recuerdo el pan de mi padre...Era un auténtico manjar.

Poco a poco más gente se quedó en el lugar, y pasó de ser una casa a un pequeño poblado.

Hace unos años papá decidió que ya tenía suficiente poder político y, junto al rey Felipe ll, se dirigieron al norte para arreglar las cosas. Pero no salió según lo previsto, ya que los del norte se negaban a aceptar la realidad y nos declararon la guerra.

A mi padre no le quedó más remedio que luchar, ya que era un ex comandante y un experto en el tema.

Varios meses después murió en la cama a causa de las heridas producidas durante la batalla del Tajo. Nunca olvidaré sus últimas palabras..."Hispania está rota...Véndale la herida, cúrala. Construye un puente que una ambos mundos."

Durante la siguiente semana murió nuestro rey, dejando el trono vacío y dando fin a la guerra.

Días después mamá desapareció, dejando como único rastro su pequeña cesta, dando a entender que estaba recolectando frutos cuando alguien la atacó.

En el poblado reinaba el caos. Podría ser una terrible y gigantesca criatura o un espía del norte. Ninguna de las dos me agradaba demasiado. Finalmente decidimos protegernos tras unos muros, como hacen las grandes ciudades, por lo que empezamos a recolectar materiales y nos pusimos a construir. Mientras todo esto pasaba hacíamos turnos para hacer guardia, por si eso volvía. Yo tenía 14, por lo que me tocó construir.

Cuando terminamos mucha gente de los pueblos vecinos quiso venir, ya que se sentían más protegidos. No nos quedó más remedio que expandirnos y agrandar los muros. En un momento dado pasamos a ser una ciudad. Toda ciudad tiene un gobernador y, dado que en esa época una república no estaba bien vista, nos tocó elegir un rey.

Por alguna razón casi todos votaron por mi, un chaval de unos 15 años que ni tenía firma. Tal vez por mi nombre. Mi padre y mi abuelo fueron grandes personas y, probablemente me votaron por eso. Por ser Juanjo lll.

Así me hice rey de Tara, una pequeña ciudad junto al río Júcar.

Juanjo III y la guerra de unificaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora