La gran batalla

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Un poco más tarde vimos varias manchas a lo lejos. Los guardias de Albion se alinearon de forma defensiva y una larga fila de arqueros se extendió a lo largo del pequeño barranco en el que el palacio se apoyaba.

-¡¿Son ellos?!
-Eso parece. ¡Venga, que ya nos toca!-Exclamó Unai.
-¿Y que sugieres?-Preguntó Terencio.
-¿Tenemos cuerdas?-Dijo Unai con una sonrisa.
-Me gusta como piensas.-Sonreí.

Volvimos rápidamente a los barcos y nos llevamos todas las cuerdas, que solo eran 4.

-¿Qué ocurre?-Dijo uno de los nuestros.
-¡Ya están aquí! ¡Vamos, rápido!-Exclamó Marc.

Corrimos hacia una parte del barranco más cercana a la costa, por la que podíamos acceder sin ser vistos por los arqueros.

-Muy bien, ¿Pero cómo subimos?-Preguntó Un soldado.
-Dejadme esto a mí.-Dijo Unai.

Cogió todas las cuerdas y salió disparado hacia el acantilado. A la velocidad del rayo, Unai escaló el muro natural con dos cuerdas en cada hombro. Una vez arriba ató cada cuerda a una roca cercana y las dejó caer.

-¡Vamos a por esos arqueros!-Exclamó un soldado.
-No, tú no. ¡Vosotros!-Dije señalando a 10 de los nuestros.-Subireis con nosotros.
A los demás os necesitan aquí abajo.

Y así fue como nos dividimos. Una vez divididos subimos a toda velocidad por el barranco, ayudándonos de aquellas cuerdas que Unai aseguró.

No tardamos en subir, pero al estar arriba lo vimos todo. La batalla había comenzado. Éramos nosotros contra Albion, y ninguno iba a parar hasta que el otro desapareciera.

Pero nada más subir, Unai nos señaló que nos pusiéramos a cubierto. Cuando estuvimos más cerca de él, comenzamos a susurrarnos.

-Unai.-Susurré.
-No podemos simplemente enfrentarnos a ellos, nos superan en número.-Respondió con el mismo tono de voz.
-Pero no podemos esperar más. Suponiendo que sean los mejores, y siendo un poco generosos, aciertan uno de cada dos disparos. No podemos permitirnos tantas bajas.-Comenté.
-¿Y que sugieres?
-Los mataremos uno a uno.-Sugirió Marc.
-Vale, pero sin hacer ruido.-Añadió Unai.
-Oye Unai, ¿Y por qué no los has matado tú solo?-Pregunté tras ver de lo que es capaz.
-Prefiero que mi presencia se revele más tarde.
-Como quieras...

Observamos su formación y nos dividimos. Los fuimos matando uno por uno, y debido a los gritos y a la concentración, los demás no oyeron nada hasta que fue demasiado tarde.

Cuando sus arqueros estaban fuera de combate, instalamos a los nuestros. Entonces miramos hacia abajo y vimos la verdadera batalla. Comparado con aquello, lo que acabábamos de hacer era un juego de niños.

Era una completa carnicería. Pensábamos que, al sorprenderlos tendríamos ventaja. Pero la voz corre más rápido que cualquiera de nuestros caballos. Sabían lo de nuestra carga y eran demasiados. Lo único que no sabían era que también veníamos nosotros. Éramos los únicos capaces de equilibrar la balanza y debíamos hacer algo.

bajamos tan rápido como pudimos y nos incorporamos a la batalla. Nosotros tan solo éramos 55 así que nos mantuvimos juntos e intentamos llegar hacia nuestros compañeros, pero ni fue tan fácil. Nos rodearon, y la única salida era luchar.

4 de ellos dirigieron sus espadas hacia mí, pero así como se puede dirigir, se puede redirigir, y acabé con ellos fácilmente.

Sin embargo, otros dos venían por detrás, y yo estaba ocupado. Pero Marc llegó a tiempo para cubrirme y atravesar a esos malnacidos.

-Joder Marc, un poco más y...
-¡Pensé que era Unai quien te cubría! ¡Yo estoy con Alfonso!
-Yo también lo pensaba...¡¿Unai?!

Rápidamente miré en todas direcciones, pero Unai no estaba.

-Joder Unai...
-¡Detrás!-Me advirtió Terencio.
-¡Gracias!
-No podía dejar que te mataran.-Se rió.
-Oye, quédate para cubrirme, Unai se ha ido.
-¡¿Se ha ido?!
-¡No está muerto imbécil! Pero no lo encontramos.
-Ahh...

Pero aquellos que nos rodearon no duraron mucho más, y seguimos intentando esquivar todas las flechas y ataques perdidos para llegar hasta los nuestros.

-¡¡Allí!!-Exclamó Alfonso.-¡Es Pol!

Y junto a él estaban todos. Luis, Víctor, Enrique, Jan, Gabriel,...Todos vivos. Finalmente, y con muchas dificultades logramos llegar hasta ellos.

-¡Juanjo!-Exclamó Luis.-Cuanto me alegro de que estés vivo.
-Lo mismo digo amigo. ¿Qué tal todo?
-Pues bien...Y mal.-Dijo Gabriel.-Durante el viaje arrasamos varias ciudades y acabamos con algunos viajeros y casi no tuvimos bajas. Por desgracia sabían que veníamos y nos han preparado una buena batalla.
-¿Qué tal Pol?-Preguntó Marc.-¿Ya se ha puesto serio?
-Miralo tu mismo, está allí delante, con Jan.-Dijo Alberto.
-Guau...Menuda masacre...-Quedé alucinado al ver cómo se enfrentaban a más de 50 hombres sin dificultad alguna.
-¡Dejad de hablar, viejos! ¡Que ya vienen!-Exclamó uno de los nuestros.
-¡Joder, joder!-Gritaba un soldado herido.

Nos rodearon y cada vez se acercaban más. Parecía que era nuestro fin pero entonces vimos a Unai saltando sobre las cabezas de nuestros enemigos y cuando llegó hasta nosotros, los que nos rodearon murieron en cuestión de segundos.

Llegaron más, muchos más. Los nuestros estaban lejos, y lo teníamos muy difícil. Pero alguien saltó y cayó desde las nubes, era Jan, y estaba con nosotros. Pol le siguió abriéndose paso entre las filas enemigas.

-¿Llegamos tarde?-Se rió Jan.
-Justo a tiempo.-Le sonrió Luis.
-Que pasada...Los 12 reunidos en el campo de batalla...-Se emocionó Terencio.
-Ya tendrás tiempo para pensar en tus canciones, ahora mejor pensemos en cómo salir de aquí.-Le dijo Gabriel con toda la seriedad posible.
-¿Pensar?-Se rió Jan.-¿Por qué no les metemos el hierro hasta donde les quepa?
-Buen plan.-Sonreí.

Y justo eso hicimos. Nos coordinamos tan bien que nuestros ataques en conjunto parecían la más fluida de las danzas, hasta Jan se dejó llevar. Nuestros enemigos no supieron que hacer ante semejante ataque, y cayeron inevitablemente.

Los 12 estábamos reunidos, y la gran batalla había comenzado.

Juanjo III y la guerra de unificaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora