Jan el conquistador

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-Jajajaja.-Se rió Jan.
-¿Qué te hace tanta gracia?-Preguntó Pol.
-No estás poseído por ningún demonio.-Siguió.
-¿Cómo estás tan seguro?-Dijo Luis.-Conozco bien a Pol, y lo que dice tiene sentido.
-Créeme, el único demonio en este mundo de maldad soy yo. Y paso de invadir la privacidad de la gente hasta ese punto. Yo también conozco a Pol, ¿sabes? incluso mejor que tú. Y él sabe que lo que estoy diciendo es totalmente cierto.
-Jan...-Intentó decir Pol tímidamente.
-Adelante, tengo ganas de oír tu historia. Cuéntanos, ¿por qué te llaman
"Jan el conquistador"?-Pregunté intrigado.
-Cuando quieras.-Sonrió.
-Estoy esperando.-Seguí.

-Está bien, os contaré mi historia. La historia de la sombra carmesí, la historia de Jan el conquistador.-Dijo orgulloso.
-...-Luis no sabía qué decir.
-Lo primero que tenéis que saber es que, al contrario que Pol, Yo estoy en los 12 por una sola razón. El Poder.
-Bueno, y también por que eres del sur de Hispania, ¿no? quiero decir, es uno de los requisitos principales.-Comentó Alberto.
-Te equivocas, vengo del noreste. Allí las playas eran preciosas y las montañas todavía más. Pero entonces llegó él y arruinó todo el paisaje.
-Albion.-Dijo Pol molesto.
-Odio su personalidad tanto como su estúpida vocecilla y su visión del futuro es asquerosa. No digo que yo quiera lo mejor para todos, sino lo mejor para mí. No entiendo cómo alguien puede estar tan ciego como para no darse cuenta de que vosotros no fuisteis quienes le robasteis hace 500 años.-Dijo Jan mientras se terminaba la copa.
-Por lo menos estamos de acuerdo respecto a Albion.-Señaló Víctor.
-Y cómo has obtenido ese poder del que tanto hablas.-Comentó Enrique.
-Con esfuerzo, dolor y sangre.
-Joder, si que has sufrido...-Pensó Alfonso.
-Dolor y sangre de mis enemigos. El esfuerzo y la falta de lo que llamáis "humanidad" es lo que me ha llevado donde estoy.-Dijo mientras sonreía.
-...

Todos quedamos en silencio. La tensión era tal que muchos comenzamos a sudar.

-Vine al sur con las cosas claras: Conseguir el poder suficiente para poder hacerle frente a Albion.
-¿Viniste para invadir el sur?-Preguntó Gabriel.
-SÍ.
-Si viniste con esa idea sabías luchar...¿Quién te enseñó?-Pregunté.
-Ay-Suspiró.-Querido Juanjo, en el lugar del que provengo, o aprendes a defenderte o mueres en el intento. Nadie va a protegerte y eso es algo que aprendí rápido.
-¿Qué pasó después?-Preguntó Víctor.
-A los pocos días llegué a un pequeño pueblo cerca de la frontera. Era perfecto para empezar.
-¡¿Y lo invadiste tú solo!?-Alberto estaba alucinando.
-Sí. Unos 30 se alzaron contra mí. Sus armas eran más bien mediocres y yo llevaba una buena espada y una armadura ligera. Ninguno de los hombres sobrevivió. Obligué a las mujeres a tejer y a sembrar para que la economía creciera, luego las obligué a construir un muro alrededor de la ciudad. Esto junto al hecho de que era una ciudad solo de mujeres, hizo que muchos vinieran y que formaramos un ejército medianamente bueno.
Con él invadimos otra ciudad cercana y me hice su gobernante. repetí el procesó anterior, pero esta vez también con hombres. Seguimos conquistando ciudades hasta que llegó un momento que era imparable.
Tuve reuniones con los más grandes, como Luis. Les dejé claras mis intenciones y al parecer ellos querían lo mismo. Decidimos aliarnos contra Albion y así nacieron los 12 del sur, pese a que del sur solo son 11.
La gente no se cansa de decirme que mis métodos son poco éticos y moralmente incorrectos.

-Pero son eficientes.-Comprendí sacándole las palabras de la boca.
-Exacto.-Dijo mientras pedía otra copa.
Me tenéis miedo, aceptadlo. Pero es normal, yo también lo tendría.

-¿Y tú eres el segundo miembro más joven?
-Sí.

Juanjo III y la guerra de unificaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora