Ayuda divina

40 6 0
                                    

Al poco de recibir la noticia juntamos a toda la gente que pudimos y partimos rumbo a Kara.

23 jinetes, 40 lanceros y 12 arqueros. No es mucho, pero en el campo de batalla cualquier cosa es bien recibida.

Se nos hizo de noche y decidimos montar un campamento. Para algunos era perder el tiempo pero creí que sería mejor llegar descansados.

Pusimos un pequeño grupo de gente a hacer guardia y enviamos un explorador a Kara, para tener una idea más detallada de la situación.

Al poco de despertarnos recogimos todo y seguimos con nuestro camino. Al cabo de unos dias nos cruzamos con el explorador.

-Señor estamos ante una clara desventaja.
-Cuente.
-Perdemos la mayoría de las escaramuzas y la parte sur del muro de Kara ha caído.

Miré a Alfonso con desgana a lo que él respondió con una pequeña sonrisa.

-Vamos. Será mejor que no nos quedemos parados.-Dijo él.
-Sí.

Desde ese momento aceleramos el paso. Necesitaban nuestro apoyo en Kara, y no teníamos intención de dejar caer la sede principal de nuestra alianza.

Finalmente, ante el amanecer del noveno día llegamos a una colina, justo enfrente de Kara.

Bajamos a máxima velocidad y nos instalamos en el castillo.

-¡Alfonso! ¡Juanjo!
-¡Luis!
-¿Cómo vamos, cuál es la situación?
-Todos nuestros esfuerzos son inútiles y temo que preparen un ataque desde el sur. Ya no nos quedan muros por esa zona.

-Vaya…
-Gabriel llegó hace unas horas, está en la sala de arriba.
-Deberíamos ir todos.
-Sí.

Al llegar lo vimos en una mesa, rodeado de mapas y pergaminos. No se le veía muy bien.

-Gabriel, ¿Todo bien?
-¡No! ¡Lo han robado! ¡Se lo han llevado!
-¿De qué estás hablando?
-¿Por qué crees que tumbaron el muro sur? Buscaban algo, pero ya lo tienen.
-No lo entiendo…
-¿Que buscaban?
-Planos, ideas.
-El cañón.-Concluyó Luis preocupado.
-¿El cañón?
-Barca, mi ciudad, está haciendo avances tecnológicos que facilitan el trabajo de la milicia.
-El cañón.-Comprendí.
-Exacto. Y me temo que si consiguen fabricar uno estamos perdidos.
-Pero espera, si el cañón es un invento de Barca, ¿que hacía aquí, en Kara?-Dijo Alfonso.
-Hace unos meses Gabriel me lo confió. El ejército de Kara es muy bueno y temía que en Barca no estuviese seguro.
-Había más espías.
-Eso parece…
-No importa. Dejemos de perder el tiempo y preparemos una estrategia.
-Juanjo, ¿se te ocurre algo?
-...

Estuve todo el día pensando. Busqué y busqué pero no encontraba la solución.
Hasta que me fijé en el campamento enemigo.

Estaba en el norte, y tenía un par de puntos ciegos.

-¡Lo tengo!
-Adelante.
-Gabriel y los suyos saldrán por la parte sur y se dirigirán a las montañas del este. Allí esperaran a mi señal y luego cargaran contra el enemigo. Alfonso hará lo mismo pero en la colina del oeste. Luis y yo atacaremos de frente actuando como señuelos. Dejaremos unos pocos a defender Kara.

Durante la próxima hora movilizamos a nuestras tropas. Se hizo de noche y comenzó a llover. Esto facilitaría mucho las cosas.

De un momento a otro ya estábamos cara a cara contra el ejército de Albion. La batalla era dura y por culpa de la lluvia algunos no podían ver bien y eran asesinados al instante.

Di la señal y dos cargas bajaban por dos colinas simultáneamente. Pero ya se lo esperaban. Cambiaron la formación y parecía que iban a poder defenderse pero entonces ocurrió lo inesperado.

Un rayo cayó entre las filas enemigas, deshaciendo su formación instantáneamente y permitiendo a Gabriel y Alfonso adentrarse en el corazón de la formación enemiga.

Gracias a ese golpe de suerte ganamos la batalla. No quiero imaginar qué hubiera pasado si lograban mantener su formación…

Juanjo III y la guerra de unificaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora