Campamento enemigo

9 2 0
                                    

-Tenemos que hacer algo.-Dije desesperado.
-Tienes que hacer algo.-Me corrigió Jan.
-¿Qué? ¡Esa gente necesita nuestra ayuda!
-Por mi parte, no me queda nada más por hacer.
-Jan, de esta no te escapas.-Le amenazó Luis.
-¿Y tú qué me vas a hacer, viejo?-Se rió.
-Me parece que no es fácil gobernar 15 ciudades…¿Y si dejo de mandarte ayuda?-Dijo Luis.
-Puedo manejarlo yo solo.-Afirmó.
-Jan, no seas cabrón.-Le dijo Pol.
-Bueno…Iré con vosotros. Pero solo para evitar que seáis masacrados.
-Será…-Iba a decir Víctor.
-Deberías agradecer que viene, Víctor.-Sugirió Alfonso.
-Juanjo. ¿Que vas a hacer?-Preguntaba Alberto.
-Hablaré con ellos.

Me acerqué a la gente de la taberna. Terencio estaba con ellos, pero no se tranquilizaban.

-Chicos. Se que estáis mal, se han llevado a la gente de Tara. Necesitamos ayuda, cualquier aportación será bien recibida. ¿Quién viene?
-Me quedaría con esta gente, pero no faltaré.-Comunicó Terencio.
-Daniel el grande, encargado de la reconquista de 7 de las ciudades de Jan el conquistador. Encantado.-Dijo mientras me agitaba la mano.

-El puño de Barca. Paso de espadas y prefiero estos poderosos guanteletes fabricados por mi con ayuda del mismísimo rey. He defendido la ciudad en innumerables ocasiones y estaré encantado de ayudarte a ti. También puedes llamarme Eder.-Se presentó mientras mostraba sus armas.

3 guerreros se unieron a nosotros. Eran solo 3, pero prometían bastante. Su ayuda sería bien recibida.

-¿Alguien tiene una pluma?
-Creo haber visto una en tu cabaña, Juanjo, ¿Para qué la quieres?-Dijo Terencio.
-Sin una buena planificación no vamos a llegar a nada, aunque Jan esté con nosotros.

Cogí la pluma y comencé a escribir.

-Somos 14, ¿No? Luis, necesito una descripción de cada uno de nosotros.
-Sin problema.
-Alfonso.
-25 años, pelo más bien oscuro, ojos del mismo color, barba poco crecida, fuerza normal, velocidad decente, no muy inteligente.-Dijo Luis.
-¡Oye!-Se quejaba Alfonso.
-Bien, veré que puedo hacer con él. Gabriel.
-29 años, pelo castaño, ojos claros, barba medianamente crecida, fuerza baja, velocidad decente, muy inteligente.
-Alberto.
-23 años, pelo castaño, ojos oscuros, sin barba, fuerza buena, velocidad normal, poca inteligencia.
-Enrique.
-32 años, pelo rubio, ojos azules, barba poco crecida, fuerza buena, velocidad decente, inteligenca decente.
-Pol.
-20 años, pelo castaño, ojos oscuros, sin barba, fuerza muy buena, velocidad excepcional, muy inteligente.
-Jan.
-16 años, pelo castaño, ojos oscuros, sin barba, fuerza sobrehumana, velocidad muy buena, muy inteligente.
-Unai.
-19 años, pelo oscuro, ojos del mismo color, sin barba, fuerza decente, velocidad de una flecha. muy inteligente.
-Luis
-33 años, pelo oscuro, ojos negros, barba medianamente crecida, fuerza buena, velocidad normal, inteligencia normal.

-Víctor.
-21 años, pelo rubio, ojos oscuros, sin barba, fuerza normal, velocidad normal, inteligencia buena.
-Marc.
-24 años, pelo castaño, ojos oscuros, sin barba, fuerza muy buena, velocidad muy buena, inteligencia decente.
-Puedo describirme a mi mismo. 15 años, pelo castaño, ojos verdes, sin barba, fuerza buena, velocidad buena, inteligencia extraordinaria. A Terencio también. 17 años, pelo claro, ojos color celeste, sin barba, fuerza buena, velocidad buena, inteligencia decente. ¿Daniel?
-Yo me ocupo.-Dijo Jan.-22 años, pelo oscuro, ojos oscuros, barba un poco crecida, fuerza decente, velocidad muy buena, inteligencia normal.
-¿Eder?
-Yo.-Dijo Gabriel.-18 años, pelo castaño, ojos oscuros, fuerza excelente, velocidad muy buena, inteligencia normal.
-Ya está ¿No?-Preguntó Alfonso, un poco cansado de oír tantos nombres.
-Sí.-Respondí.
-¿Y para qué los necesitas?-Dijo Jan.
-No lo sé…
-Joder Juanjo…-Se quejaba Pol.
-Pero se me ocurrirá pronto.
-¿Qué se te va a ocurrir? No sabes nada del rival.-Comentó Luis.
-Bien visto. ¿Alguien quiere ir a investigar?-Respondí.
-Yo iré.-Dijo Unai.
-¿Tú solo?-Preguntó Pol.
-Por supuesto.
-Yo iré contigo.-Sugirió Terencio.
-¿Tú?-Preguntó Víctor.
-Teren, no es por ofenderte, pero lo que buscamos es algo rápido y preciso. Unai puede solo, es más, serías una carga para él.-Le dije con sinceridad.
-Entiendo…
-Nos han robado los caballos, soy muy rápido, pero jamás los alcanzaré.-Comentó Unai.
-Nueva Kata está aquí al lado, dudo que se hayan llevado los caballos de mi ciudad.-Dijo Alfonso.
-Voy.
-Te dejarán entrar, creo.

Unai se fue y temía que no volviera. “No importa, es Unai.” Pensaba pero seguía temiendo por su vida. Ya ha muerto mucha gente por mi culpa, gente cercana, y no podría perdonarme su muerte.

Pasaban los días y Unai no volvía. Empezaba a preocuparme. El peso con el que cargaba supera con creces al del mandoble de Jan, que no pesa precisamente poco.

Poco a poco, un mar de sombras me estaba ahogando. Entonces vi la luz tras mucho tiempo. Unai había regresado.

-¡Unai! ¡Estás bien!
-¿Que pensabas?

Se fue a hablar con los demás y rápidamente me dejó de lado. Tenía razón, no debía preocuparme. No por nada es la sombra del sur.

Volvimos a la taberna y Unai nos contó todo.

-Unai, ¿Que has visto?-Pregunté.
-No han salido del bosque. Han montado un campamento y no se han movido. Al ver que no hacían nada he decidido volver.
-¿Por qué no se mueven?-Preguntó Víctor.
-Esperan órdenes de Albion.
-¿Están todos?-Dijo Luis.
-Sí. Los tienen de esclavos.-Afirmó.
-Genial.-Dije con una idea en mente.
-¿Por qué?-Preguntó Pol.
-Asaltaremos su campamento.-Respondí.
-Bueno…Los caballos están en mi ciudad….-Dijo Alfonso.
-Iremos a pie. No queremos hacer más ruido del necesario.
-¿Y para esto necesitabas una descripción de cada uno de nosotros? Por cierto, ¡¿La barba es tan importante?!-Dijo Alberto.
-No sabía que hacer, pero seguro que nos servirá más adelante.-Respondí.

Era de noche, momento ideal para atacar, por lo que no perdimos un segundo y nos dirigimos al campamento enemigo.

-Unai, ¿seguro que vamos bien? Conozco este bosque como la palma de mi mano y…-Intenté decir.
-¡Mierda!-Exclamó Unai.

Había restos de tela y otros materiales y cosas tiradas por todas partes. Estuvieron allí, no hay duda, pero se fueron, y rápido. Todo estaba desordenado y tirado en cualquier lugar.

-No están…-Intentó decir Terencio.
-Pero estaban.-Dijo Unai.
-Se han ido.-Terminó Luis.
-Pasadme esas descripciones, las vamos a necesitar.

Juanjo III y la guerra de unificaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora